"El Gobierno de Trump estaba obsesionado con lo que él llamaba eje del mal: Venezuela, Nicaragua y Cuba. Pero no era producto de un compromiso genuino con la democracia y los derechos humanos porque ni se le cruzaba por la cabeza hablar de los demás problemas de la región. El cambio en cuanto a la postura, la retórica y el respeto a la democracia y los derechos humanos es abismal con Biden. El problema con la política de Estados Unidos actual es que América Latina está lejos de ser una prioridad. Tenemos mucha competencia en el mundo: en Europa hay una guerra, la pelea geopolítica con China, el papel de Rusia en el mundo… América Latina no está en la lista de prioridades y eso se traduce a que no hay una política exterior clara por parte del Gobierno hacia la región y la que hay está muy teñida por las preocupaciones internas en Estados Unidos, que son principalmente migración y el voto en Florida."