En busca de una estrategia de inserción internacional para América Latina

Toda estrategia de desarrollo necesita un modelo de inserción internacional. Es decir, una hoja de ruta que indique cuáles van a ser los países e instituciones internacionales a priorizar, los mercados más importantes y los temas de la agenda global en los que se pondrá el foco. Un modelo de inserción necesita, además, un análisis profundo de las corrientes políticas y económicas globales, y un plan que defina cómo aprovechar los efectos positivos del contexto global y contener los negativos. 

Históricamente, América Latina ha tenido dificultades para plantear modelos de inserción autónomos y adaptados a sus problemas estructurales como la desigualdad social, la fragilidad del Estado y la falta de diversificación económica. Por el contrario, los países de la región suelen incorporarse a corrientes mundiales irreflexivamente, sin dedicar el tiempo y los recursos necesarios para articular una visión autónoma y de largo plazo.

Este artículo se propone analizar la forma en la que América Latina se ha relacionado con el mundo en los últimos años y los problemas que enfrenta para adaptarse al escenario global actual. Para ello, comenzaremos con un análisis de los modelos de inserción de los años 90 y 2000, señalando sus beneficios y problemas en términos de desarrollo para América Latina. Luego analizaremos los desafíos actuales de la región en materia de inserción, tras el fin del boom de las commodities y la crisis del orden liberal internacional. Finalmente propondremos algunas líneas de acción que los países latinoamericanos podrían adoptar para comenzar a diseñar un modelo de inserción autónomo y realista.

Auge y caída de dos modelos de inserción

Después del final de la Guerra Fría, muchos gobiernos de la región reforzaron sus vínculos con Estados Unidos, única superpotencia global después del colapso del mundo soviético. Con pocas excepciones (la más notable, Cuba) en los años 90 América Latina abrazó el auge del “orden internacional liberal” liderado desde Washington, que se basaba en tres elementos: la democracia como forma de gobierno, la globalización económica como impulsora de prosperidad y las instituciones internacionales para discutir los temas más importantes de la agenda global.

En este contexto, con matices, gran parte de la región implementó políticas macroeconómicas pro mercado resumidas en el “consenso de Washington”. Aunque cada país tuvo su experiencia particular, en general América Latina bajó las barreras arancelarias al comercio, privatizó en forma parcial o total sus empresas públicas, liberalizó la entrada y salida de capitales internacionales y redujo las regulaciones para dinamizar el sector privado.

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