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Es obvio que la administración Trump preferiría ver un segundo gobierno de Mauricio Macri. Sin embargo, de manera realista, ese escenario ahora parece altamente improbable. La relación de los Estados Unidos con un gobierno liderado por Alberto Fernández dependerá de la medida en que el nuevo presidente podrá seguir un curso más moderado y pragmático que el representado por el kirchnerismo y particularmente de su vicepresidenta Cristina Kirchner.
El candidato [Alberto Fernández] ha dado señales de que va a tener una política y una postura más abierta a la comunidad internacional, financiera, con Estados Unidos y otros actores fundamentales.
[El descubrimiento de nuevos reservorios de gas natural en Brasil y Argentina y el declive en la exploración y explotación de los campos bolivianos] lo pone más difícil para Bolivia porque ya no tiene el monopolio y ahora debe volverse más competitivo en cuestión de costo.
For Duque, Piñera, Bolsonaro and the others, [Macri’s setback] is a clear warning. Conservative governments have to deliver and they can’t count on voters’ support if they are not performing. This will definitely weaken the coalition against Maduro, as did the election of Andrés Manuel López Obrador in Mexico.
El experimento de la CICIG funcionó porque tenía el respaldo financiero y político de EE.UU., y se tambaleó cuando Washington dejó de protegerlo. Trump claramente tenía otras exigencias: frenar la migración centroamericana, trasladar la embajada de Guatemala en Israel a Jerusalén, unirse a la condena a Nicolás Maduro y Daniel Ortega, y ahora el tratado del ‘país seguro y protegido’.
Trump está demostrando al Ejército venezolano —principal sostén de Maduro— que tiene el poder de causar un dolor inmenso y, de esta manera, persuadir a los militares a usar su poder para sacar al régimen chavista. Supongo que este es el comienzo de una negociación de alto riesgo entre las dos grandes y verdaderas potencias en el conflicto de Venezuela: es decir, EE.UU. y los militares venezolanos.
Lamentablemente, no hay señales de que el nuevo gobierno tendrá un gran compromiso con la lucha contra la corrupción en Guatemala. No apoyará continuar con la CICIG que ha logrado avances importantes en esa lucha en los últimos años.