Vientos nuevos desde el sur

La encuesta del GDA a líderes de opinión muestra que el 2015 marcó una nueva etapa para el continente americano e ilustra los temas que serán centrales en el año que comienza. Fue un año de avances en la resolución de conflictos históricos y de cambio político en muchos países.

El primer indicio de estos nuevos tiempos fue la normalización diplomática entre EE. UU. y Cuba tras más de 50 años. Ambos países aún tienen obstáculos que superar, especialmente el embargo comercial y la situación de los derechos humanos en la isla. Es improbable que el próximo presidente revierta la nueva política hacia Cuba, pero el desafío será aprovecharla para generar una agenda constructiva entre el país norteamericano y toda la región.

Para este acercamiento fue clave el rol del personaje del año, el papa Francisco. El primer pontífice de la región es una poderosa voz a favor del diálogo y la protección de los más débiles. Por su carisma, compasión y humildad, se ha convertido en un símbolo moral en todo el mundo.

Es improbable que el próximo presidente revierta la nueva política hacia Cuba, pero el desafío será aprovecharla para generar una agenda constructiva entre el país norteamericano y toda la región.

Al visitar Cuba y EE. UU., rodeado de afecto y emoción, Francisco envió un fuerte mensaje de conciliación. Sin duda, su viaje a México en febrero será otra oportunidad para estar en contacto con Latinoamérica y continuar su prédica contra la pobreza y el cambio climático. Él es un constructor de puentes que en pocos años de pontificado ha tenido una impronta global.

Otro largo conflicto que parece estar llegando a su fin es el colombiano. Tras más de tres años de negociaciones en La Habana, es inminente un acuerdo de paz entre el gobierno Santos y las Farc, que terminará el conflicto más prolongado en el hemisferio occidental. Salvo imprevistos, el 2016 será el año en el que Colombia alcance por fin la paz después de cinco décadas de guerra. La implementación de los acuerdos, sin embargo, será dificultosa. Tomará mucho tiempo reconstruir al país tras el conflicto.

Este año, además, los ciudadanos del continente han usado las urnas y las calles para demostrar su voluntad de cambio. Detrás de estos cambios no hay un viraje ideológico, sino el reclamo por una economía más dinámica e instituciones más sólidas. La desaceleración y los casos de corrupción han marcado en varios países el inicio de nuevos ciclos políticos, luego de un largo período de relativa estabilidad.

En Argentina, los votantes decidieron el final de más de una década de gobierno kirchnerista, en un contexto de polarización política y estancamiento económico. El nuevo gobierno de Mauricio Macri no tendrá la tradicional luna de miel. Tendrá que probar que es capaz de producir un cambio político y al mismo tiempo encauzar la economía. En Brasil, la presidenta Rousseff está asediada por escándalos y una fuerte crisis económica.

Este año, además, los ciudadanos del continente han usado las urnas y las calles para demostrar su voluntad de cambio.

El caso más significativo es Venezuela. Pocas veces se ha visto en la región un caso tan profundo de degradación social, política y económica. Por primera vez en 17 años, los venezolanos le han dado la espalda a la revolución chavista y la oposición ha conseguido una resonante victoria en las elecciones parlamentarias. Leopoldo López, símbolo de los presos políticos y personaje latinoamericano en el 2015, se convertirá en el líder de la oposición en un país que se acerca al choque de poderes y más división.

Finalmente, en EE. UU. también habrá un cambio político en el 2016, tras las elecciones de noviembre. Luego de ocho años, la esperanza que generó la elección de Barack Obama fue reemplazada por ansiedad y enojo, como lo demuestra el auge del populismo y la xenofobia. Sin embargo, los sondeos indican que esa tendencia no prevalecerá en las elecciones. Esperamos que así sea.