Guía Interamericana de Estrategias de Reducción de la Desigualdad Educativa

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La desigualdad educativa es un problema crítico en América Latina y el Caribe. Mientras las tasas de matrícula escolar han crecido en todos los niveles, los niños en situación de pobreza y vulnerabilidad aún sufren de bajos niveles de matrícula, permanencia y desempeño escolar. ¿Cómo podemos mejorar la equidad en los sistemas educativos?

La Guía Interamericana de Estrategias de Reducción de la Desigualdad Educativa – un informe producido por la Organización de Estados Americanos y el Diálogo Interamericano con apoyo de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina – presenta diez estrategias de política que han demostrado ser efectivas en reducir los niveles de inequidad educativa. Estas estrategias buscan lograr la igualdad de oportunidades a través de acciones que respondan a las necesidades particulares de poblaciones diversas y marginalizadas de manera que tengan acceso a una instrucción de calidad que históricamente sólo ha sido accesible a los estudiantes más favorecidos. Para cada estrategia, presentamos evidencia de su impacto y efectividad, ofrecemos ejemplos específicos de distintos países dentro y fuera de la región, y extraemos lecciones que se han aprendido de estas experiencias.

Este documento busca ser una herramienta práctica para guiar a los países de la región a la hora de definir y revisar sus propias políticas y estrategias. En específico, el informe se enmarca en el Objetivo 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas – que se proponen asegurar la enseñanza de calidad y equitativa en la primera infancia y la educación primaria y secundaria.


RECOMENDACIONES CLAVE:

1. Se debe priorizar el financiamiento orientado a la equidad. El grado actual de inequidad educativa requiere que se destinen más recursos a programas orientados a los niños en situación de pobreza y vulnerabilidad. Esto supone que, además de financiar proyectos de índole universal, los sistemas deben hacer disponibles recursos específicos para atacar la desigualdad educativa. Esto podría implicar una mayor descentralización de gestión a autoridades de nivel regional o departamental, ya que el conocimiento local de estas autoridades puede darles una ventaja sobre la identificación de temas críticos, la selección de escuelas y alumnos beneficiarios y el monitoreo de la implementación.A la vez, se deben mejorar los sistemas de monitoreo, evaluación y rendición de cuentas, para asegurar el uso efectivo de estos recursos.

2. Las estrategias enfocadas en la equidad requieren de una definición clara de la población objetivo y la identificación de las barreras que enfrentan: Para procurar la asignación eficiente de los recursos públicos hay que saber identificar quiénes son los niños con mayor desventaja. Para ello, hay que mejorar el diseño y uso de los sistemas de focalización, instrumentos que permiten identificar a personas como posibles beneficiarios de programas sociales públicos, pero que en muchos casos permanecen subutilizados o sufren de problemas de diseño. También se pueden focalizar esfuerzos en las escuelas con índices educativos problemáticos – como bajo desempeño académico, altas tasas de abandono, etc. Para ello, se deben fortalecer los sistemas de información escolar que sirvan de base para la toma de decisiones.

3. También se requiere mayor coordinación entre sectores: La inequidad educativa nace de un sinnúmero de factores que no siempre provienen del ámbito educativo—la salud física y mental del niño, el ambiente del hogar, el contexto geográfico, entre otros. Para abordar de manera integral las causas de la inequidad educativa, es necesaria la coordinación interministerial. Esto supone cambiar la lógica con la cual tradicionalmente operan los ministerios de línea y que gira en torno a la oferta del propio sector, y en vez fijar metas comunes y alinear los presupuestos sectoriales.

4. Todas las acciones y programas deben estar enmarcados en una estrategia explícita para la reducción de la desigualdad educativa. Respondiendo a las condiciones y realidades de cada país, dicha estrategia debe partir de la definición de metas y objetivos, determinar planes de acción y de monitoreo, y fijar presupuestos que orienten el uso de los recursos estatales. Del mismo modo, una estrategia efectiva logrará acordar los roles de todos los actores relevantes y guiar las acciones de coordinación intersectorial que son tan necesarias para abordar la desigualdad de manera holística.

Descargue el informe completo abajo.

Explore la página web interactiva de la Guía aquí.

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