La hora de Canadá en América Latina

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Los valores liberales de multiculturalismo y libre comercio pueden estar en retirada en los Estados Unidos tras la elección de Donald Trump, pero siguen muy vigentes en Canadá. Un año después de asumir su cargo, el primer ministro Justin Trudeau iniciará una gira por Cuba y la Argentina el 15 de noviembre, antes de asistir a la cumbre de la APEC –asociación de cooperación económica de Asia-Pacífico– en Perú. Este viaje es una oportunidad para que Canadá levante el perfil en América Latina, y para que Trudeau promueva los principios y los intereses de su país (la 10ma economía mundial) en el hemisferio.

Muchos de los temas centrales de la política exterior de Trudeau –integración económica, energías renovables y cooperación multilateral—son también importantes para América Latina, especialmente tras el surgimiento de gobiernos reformistas y pragmáticos en varios países. Hasta ahora, sin embargo, la región había tenido un rol relativamente menor en la agenda exterior del primer ministro, a excepción de México. Que los primeros países latinoamericanos que visite Trudeau sean Cuba y la Argentina no es una casualidad. Ambos están reformando sus economías e incrementando las oportunidades para las corporaciones canadienses, que ya tienen una fuerte presencia.

Históricamente, la presencia canadiense en América Latina se basó en dos pilares: integración hemisférica y libre comercio. Ottawa ingresó a la Organización de Estados Americanos (OEA)  en 1990, y es uno de los principales aportantes a su presupuesto (10% del total, solo superado por los Estados Unidos y muy por arriba de las contribuciones de Brasil y México). Canadá además financia numerosos programas en materia de salud, educación y desarrollo en América Latina y el Caribe, y tiene desde hace tiempo una fuerte presencia en Haití.

En materia económica, en la última década Canadá firmo acuerdos de libre comercio (TLC) con Colombia, Costa Rica, Perú, Honduras y Panamá, que se suman al NAFTA con México y Estados Unidos y al TLC con Chile, firmado en 1997. La defensa del libre comercio es una política de largo plazo en Canadá, que Trudeau comparte con su antecesor, el conservador Stephen Harper. De hecho, el actual primer ministro apoyó como líder de la oposición la firma del TPP y cerró un acuerdo de complementación económica con la Unión Europea (CETA, por sus siglas en inglés). El acuerdo –negociado bajo el ex primer ministro Stephen Harper y firmado por Trudeau el pasado 30 de octubre– eliminará los aranceles sobre 98% del comercio bilateral, una de las pocas buenas noticias para el comercio internacional en los últimos años.

En otros temas, sin embargo, la llegada de Trudeau al poder en Ottawa marcó un giro para la política exterior canadiense, tras casi una década de gobierno conservador. El primer ministro retiró a los aviones de combate canadienses de la campaña contra ISIS, adoptó las convenciones internacionales contra el cambio climático, y reforzó la imagen de Canadá como un aliado del multiculturalismo y el desarrollo internacional.

Las relaciones con México sí han mejorado mucho bajo Trudeau. A contramano del discurso del nuevo presidente electo de los Estados Unidos, en junio pasado Trudeau anunció el fin de la exigencia de una visa para los visitantes mexicanos en Canadá, impuesta por el gobierno conservador en 2009 ante un aumento de las solicitudes de asilo desde México. A cambio, el gobierno mexicano liberó la importación de carne canadiense. El doble anuncio se realizó durante una visita de estado del presidente mexicano Enrique Peña Nieto a Ottawa, antes de la cumbre de los “tres amigos” –Trudeau, Peña y Barack Obama.

La visita de Trudeau a la isla imitará la que hizo su padre, el entonces primer ministro Pierre Trudeau, en 1976, cuando fue recibido calurosamente por Fidel Castro. La relación entre ambos fue tan buena que Castro viajó a Ottawa en el año 2000 para el funeral de Trudeau. Pero además de recordar a su padre y antecesor, el actual primer ministro apuntará a reforzar todavía más la presencia económica canadiense en Cuba. Canadá, junto con México, fue el único país del hemisferio que no rompió relaciones diplomáticas con La Habana después de la revolución, y ha mantenido una influencia económica significativa. De hecho, el país de Trudeau es la primera fuente de turistas hacia la isla –más de 35% del total—representando una fuente importante de divisas. Empresas canadienses, además, tienen presencia en los sectores energético y minero (níquel) de Cuba, y el comercio bilateral superó el billón de dólares en 2015. En medio de la incertidumbre acerca de si Trump mantendrá la política de reacercamiento a Cuba lanzada por Obama, el potencial de Canadá como socio económico aumentó.

En Argentina, en tanto, el gobierno canadiense buscará cimentar los lazos con Mauricio Macri, otro de los líderes reformistas de la región. Argentina, además, desde hace tiempo ha mirado con atención el ejemplo canadiense de diversificación económica a partir de los recursos naturales y la agricultura. También es probable que Macri y Trudeau conversen sobre el acuerdo Canadá-EU, dado el deseo de Macri de cerrar un acuerdo similar entre el Mercosur y los países europeos. Empresas mineras canadienses, además, tienen una fuerte presencia en la Argentina, y recibieron con entusiasmo el anuncio de Macri de eliminar las retenciones impositivas al sector. Al mismo tiempo, algunas empresas canadienses, en especial Barrick Gold, han sido denunciadas en la Argentina por numerosos incumplimientos regulatorios, y por afectar el medio ambiente, generando conflictos con las poblaciones locales. No se sabe si ambos líderes discutirán este tema en su reunión.

Inmediatamente después de visitar a Macri, Trudeau partirá a Perú, donde el nuevo presidente Pedro Pablo Kuczynski –otro de los líderes latinoamericanos orientados hacia el libre comercio y las políticas pro mercado– será el anfitrión de la cumbre de Asia-Pacífico. La reunión será a despedida de la escena internacional de Barack Obama, en sus últimas semanas en el cargo. La gran incógnita para la política exterior canadiense, por supuesto, es qué tipo de relación habrá con el nuevo presidente, Donald Trump. Si el nuevo inquilino de la Casa Blanca cumple con su promesa de reabrir el NAFTA –Trudeau dijo estar dispuesto a renegociarlo–, e incrementar el proteccionismo, los intereses económicos canadienses podrían verse seriamente afectados: Un asombroso 75% de las exportaciones canadienses se dirige a los Estados Unidos.

Pero mientras la nueva administración republicana prepara para asumir el poder en Washington el 20 de enero, lo que pocos anticipaban hace pocos días, el primer ministro tiene una gran oportunidad para forjar nuevos vínculos y potenciar la presencia regional de Canadá en América Latina.