¿Por qué los vehículos eléctricos son necesarios en América Latina?
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En noviembre, cien autobuses eléctricos nuevos descendieron de un buque de carga proveniente de China y atracado en el puerto de San Antonio, en la costa chilena. La impresionante caravana desfiló desde la costa hasta la capital, Santiago, donde los vehículos se incorporarán a la flotilla de transporte público de la ciudad. El suceso se compartió en Twitter y ha hecho patente el rumbo que lleva el transporte público en Chile. De acuerdo con los planes del gobierno, para 2050 tendrán un transporte 100 por ciento eléctrico. La nueva flotilla se adquirió gracias a un convenio suscrito en 2016 entre la empresa energética italiana Enel y el fabricante chino BYD para probar dos autobuses piloto, los cuales demostraron recortar considerablemente los costos en comparación con los vehículos que utilizan diésel. También han sido todo un éxito con los pasajeros, debido a su bajo nivel de ruido y la atmósfera más limpia que se respira en el interior de los vehículos.
El caso de Santiago es emblemático de la evolución global que vive el sector del transporte. En 2015, el número total de vehículos eléctricos (VE) ascendía a un millón, pero en 2017 superaron los tres millones, según la Agencia Internacional de la Energía. Según algunos pronósticos, habrá una expansión incluso más rápida: New Energy Finance, de Bloomberg, anticipa que la flotilla global de automóviles eléctricos se disparará a 530 millones para 2040. Aunque gran parte de este crecimiento se debe a una reducción global en los costos de las baterías y a la mayor autonomía de los VE, algunas ciudades y países específicos también han marcado el rumbo gracias a herramientas como incentivos fiscales, estándares más estrictos para la economía de combustible y estrategias de movilidad eléctrica.
Ciudades de todo el mundo se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y prohibir los motores de combustión interna, motivadas por la idea de que, si pretenden evitar el calentamiento global, medidas como la electrificación masiva del sector de transporte y la descarbonización de la red eléctrica son necesarias. Se espera que la difusión de nuevos modelos de negocios basados en la movilidad —como los autos compartidos y los vehículos autónomos— genere una rápida aceptación de los VE, pues las flotillas empresariales obtendrán mayores beneficios que los propietarios particulares gracias a menores costos de combustible y mantenimiento y el fácil acceso a estaciones de recarga.
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