La soledad de Obama

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Christopher Dilts / CC BY-NC-SA 2.0

Como estudiante de historia, Barack Obama sabe que los presidentes de Estados Unidos rara vez tienen éxito en sus segundos mandatos. Obama sabe que la crisis de Watergate, el escándalo Irán-Contras, la respuesta al huracán Katrina y la desastrosa guerra de Irak terminaron empañar los segundos periodos de Richard Nixon, Ronald Reagan y George W. Bush.

Sin embargo, Obama cree que de alguna manera sería capaz de evitar la "maldición del segundo periodo". Su notable biografía personal y meteórico ascenso a la Presidencia – alcanzado a pesar de la poca experiencia en política y de ser afroamericano en un país donde persiste el racismo – lo convencieron que él sería la excepción a la regla. Que Obama fuese el primer presidente de Estados Unidos en más de cinco décadas ganando dos términos con más de 50 por ciento de la votación fue una prueba más de que podía desafiar al destino.

Pero el primer año del segundo mandato de Obama – lamentablemente para él y para el país – ha seguido el patrón tradicional. Con la excepción de Nixon (quien tuvo que lidiar con profundización escándalo Watergate), Obama ha tenido tal vez el más duro comienzo de un segundo mandato de todos los presidentes estadounidenses recientes. El dramático descenso de apoyo popular de Obama – a menos de 40 por ciento en varias encuestas – tan sólo un año después de derrotar holgadamente a Mitt Romney- tiene paralelos con la trayectoria descendente seguida por George Bush en su segundo mandato, que estuvo marcada de una creciente oposición a la guerra en Irak.

Obama hace un año hizo el famoso anuncio que una vez reelegido, sería capaz de "bajar la fiebre" en Washington. Esto significaría trabajar más estrechamente con los republicanos, llegar a acuerdos en temas clave y dejar de gobernar de crisis en crisis. Sin embargo, la "fiebre" se ha intensificado y ahora está más fuerte que nunca. El ambicioso programa del segundo mandato de Obama – de una reforma migratoria, pasando por el cierre del campo de detención estadounidense de Guantánamo y llegando al cambio climático ha sido frustrado.

Con más de tres años por delante, muchos analistas ya están llamando a Obama un "pato cojo" y creen que nada importante se realizará hasta el inicio de la próxima presidencia en el 2017.

¿Qué ha pasado? Una combinación de circunstancias imprevistas, la determinación de los republicanos, especialmente en la Cámara de Representantes, de obstruir a Obama, su propia debilidad política y los errores auto-infligidos, ayudan a explicar sus problemas en vísperas de iniciar su sexto año de mandato. Con más de tres años por delante, muchos analistas ya están llamando a Obama un "pato cojo" y creen que nada importante se realizará hasta el inicio de la próxima presidencia en el 2017. La portada del The Economist en noviembre que pone en una foto de Obama bajo el agua y con el título, "el hombre que solía caminar sobre el agua", ilustra la fuerte caída.

Los problemas del segundo mandato de Obama comenzaron incluso antes de su inauguración. El director de la CIA David Petraeus renunció a causa de una relación extramatrimonial. Los republicanos atacaron agresivamente a su administración por el asesinato del Embajador de Estados Unidos y otros en un ataque al consulado de Estados Unidos en Bengasi, Libia, lo que llevó a Susan Rice (hoy asesora de seguridad nacional de Obama) a retirar su nombre para ejercer la Secretaria de Estado.

A principios de 2013, movido por el espantoso asesinato de 20 niños y seis adultos en una escuela primaria en Newton, Connecticut, Obama deja de lado la reforma migratoria – su principal prioridad legislativa – para centrarse en promulgar las restricciones al uso de armas, lo que no logró. Obama quedó aún más a la defensiva cuando se reveló que el servicio de rentas internas (IRS) había monitoreado incorrectamente a grupos conservadores y el Departamento de Justicia había investigado a periodistas estadounidenses. En junio, cuando Edward Snowden empezó a filtrar documentos de la agenda de seguridad nacional altamente sensibles y vergonzosos, los problemas de la administración de Obama se profundizaron, incluso afectando las relaciones ruso-estadounidenses en un momento crítico. También en junio, la Casa Blanca admitió que Siria había cruzado la "Línea roja" establecida por Obama al utilizar armas químicas. Eso lo condujo a una solicitud para utilizar la fuerza militar que fue rechazada rotundamente por la nación y por el Congreso.

Por supuesto es imposible comprender el año tan difícil y la pérdida de capital político de Obama sin destacar la crisis por el Affordable Care Act (su reforma para que la salud sea más accesible a las mayorías), promulgada en 2010 y reafirmada por la Corte Suprema en el 2012. Sobre este tema más que ninguno otro, los republicanos han demostrado su feroz determinación para socavar y obstruir Obama.

Lo que se conoce como Obamacare ha sido descrito por los republicanos, como el símbolo de un gobierno grande, intrusivo, interviniendo en asuntos privados de los ciudadanos en el ámbito de la salud, la que representa casi el 20 por ciento de la economía estadounidense. El periodista Todd Purdhum, escribiendo en Político, señaló que Obamacare ha enfrentado un "sabotaje calculado por los republicanos en cada paso". Norman Ornstein, del conservador American Enterprise Institute y una voz influyente en Washington, ha rechazado la idea de que todos merecen igual culpa por el triste estado de los asuntos políticos. Ha argumentado, por el contrario, que los republicanos han sido especialmente intransigentes y tienen una responsabilidad mayor que los demócratas en la creación de un ambiente político tan polarizado y venenoso en Washington.

Hay señales de la economía esta agarrando viada, la bolsa está subiendo y el desempleo bajando. Demócratas y republicanos alcanzaron un acuerdo presupuestario, que por lo menos evitará otro cierre del gobierno.

A principios de octubre, la batalla partidista e ideológica sobre Obamacare terminó en un callejón sin salida sin precedentes sobre el financiamiento para el gobierno de Estados Unidos y que paralizó parte del Estado. Fue un episodio vergonzoso que tuvo un enorme costo económico para el país y políticamente fue particularmente dañino para los republicanos. Algunas figuras de la línea dura, intransigente (el "Tea Party") como el senador republicano Ted Cruz de Texas ocuparon el centro de atención nacional (y recaudaron mucho dinero), pero desde un punto de vista político los demócratas no estaban tan molestos de que los republicanos se hayan sobrepasado tanto.

Justo cuando los demócratas disfrutaban de las negativas consecuencias políticas para los republicanos del cierre del gobierno, los republicanos consiguen su venganza con el terrible y vergonzoso lanzamiento de Obamacare el 1 de octubre. El problema no era sólo con el sitio web que, inexplicablemente, no funcionó adecuadamente; más importante fue que a muchos ciudadanos les llegaron avisos de que sus pólizas de seguro de salud habían sido canceladas. Obama había prometido en reiteradas ocasiones que con su reforma de salud los estadounidenses serían capaces de mantener a sus médicos y seguros, pero resultó no ser cierto.

Obama entró así en territorio políticamente más complicado. No importa si uno estaba a favor o en contra de Obamacare, surgieron preguntas de si se podía confiar en Obama como alguien que dijese la verdad. Para Obama, en este momento de su segundo mandato, las encuestas más preocupantes tienen que ver con su credibilidad y confianza. La mitad del país no lo ve ahora como una persona veraz.

Aparte de alguna mala suerte, de acontecimientos imprevistos y del obstruccionismo republicano, los problemas de Obama se los ha causado el mismo. Por ejemplo, no puede culpar del lanzamiento fallido de Obamacare a los republicanos. Y el comportamiento de Obama ampliamente reconocido como frío, distante, que fue visto como un activo en su primer mandato es ahora considerado como un problema. Como Purdhum escribió en Vanity Fair en noviembre en un artículo llamado "El hombre solitario", "La terca soledad de Obama —su aislamiento y alejamiento de los otros jugadores y centros de poder en Washington, sean rivales o amigos — se ha convertido en el rasgo definitorio de su tiempo en el cargo"

Leon Panetta, quien ha servido bajo nueve presidentes de Estados Unidos y fue director de la CIA y Secretario de Defensa bajo Obama, lamentó el ambiente político cada vez más desagradable de Washington elogió la inteligencia y el instinto de Obama acerca de las necesidades de los norteamericanos, pero indirectamente levantó preguntas sobre su liderazgo. Refiriéndose a Washington, Panetta dijo: "este es un pueblo donde no es suficiente para que sientas que tienes las respuestas correctas. Tienes que arremángate las mangas y participar realmente en el proceso... eso es lo que es gobernar".

¿Obama se puede recuperar? Al terminar el año, ha tenido algunas buenas noticias. Hay señales de la economía esta agarrando viada, la bolsa está subiendo y el desempleo bajando. Demócratas y republicanos alcanzaron un acuerdo presupuestario, que por lo menos evitará otro cierre del gobierno. Obama ha cambiado también al personal de la Casa Blanca, en un esfuerzo por revitalizar una administración que muestra signos de agotamiento. Y el sitio web de Obamacare ahora está mucho mejor.

Además, Obama, cuyo despertar político vino con la lucha contra el apartheid en Sudáfrica estuvo elocuente en funeral de Nelson Mandela. Y si funciona el acuerdo con Irán, le daría también un impulso político. Como sucede a menudo, en sus segundos términos los presidentes se refugian en la política exterior para mostrar sus legados.

La gran pregunta es si Obama puede recuperar la confianza de los estadounidenses, especialmente de quienes más lo apoyaron: la juventud y los latinos, que se han desilusionado. En este sentido, la historia no es alentadora. Esta es la tarea más difícil que enfrenta. Pero si Obama es capaz de recuperarse, no será la primera vez que haya ido en contra del destino.


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