Retos y potencial de la educación técnica en Costa Rica

˙ PREAL Blog

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La educación técnico-profesional impartida a nivel secundario por el Ministerio de Educación de Costa Rica tiene una larga historia que si bien parte de un enfoque asistencial o remedial, logra evolucionar gradualmente hacia una visión que aspira a potenciar las capacidades y competencias emprendedoras de sus estudiantes.

Era una Costa Rica pobre y eminentemente agrícola la que llevó a monseñor Víctor Sanabria a crear, en el año 1953, la Escuela de Artes y Oficios de Desamparados para darle formación a los jóvenes que no tenían oportunidad de ingreso a la educación superior. Tal fue la semilla de lo que hoy es la educación técnico-profesional en una Costa Rica que ha evolucionado hacia un país mucho más moderno, con una interesante diversificación productiva y tecnológica. El que en los años cincuenta fuera un país donde dos terceras partes de la fuerza de trabajo laboraban en el sector agrícola, se ha convertido hoy en uno donde más de dos terceras partes laboran en el sector servicios y en el que todos los sectores productivos – agrícolas, industriales y de servicios – han pasado por una acelerada modernización, con la consecuente transformación del mercado laboral. Este proceso, como veremos, tiene tanto luces como sombras y, en ambos casos, es un proceso que muestra con notable claridad la relación sistemática y de doble vía entre las condiciones del mercado laboral y el sistema educativo y, como veremos, esto se refleja con claridad tanto en la evolución de los Colegios Técnico Profesionales como en su impacto social y económico.

Como era lógico en aquel momento, la visión con que nace la educación vocacional en los años cincuenta era claramente asistencial y remedial: ante la imposibilidad de universalizar realmente la educación secundaria – cuya cobertura bruta en esos años no llegaba al 20% –  se planteó el objetivo más modesto, pero vital, de brindar a aquellos muchachos que no se consideraban capaces de llegar a la educación superior, una oportunidad de tener al menos un oficio que les permitiera vivir mejor (y escribo muchachos con plena conciencia, pues la educación vocacional en esas primeras etapas fue fundamentalmente masculina).

Este proceso evolucionó en dos direcciones complementarias: por un lado, mediante la creación del Instituto Nacional de Aprendizaje – en 1965 – como la institución responsable de impartir la educación técnica a los trabajadores costarricenses; y, por otro, mediante la creación y expansión de los Colegios Técnico-Profesionales del Ministerio de Educación Pública, que son el tema de este ensayo.

Muchas veces prevalece la idea de que nada ha cambiado con la educación vocacional – como alguna gente todavía se refiere a ella – y que estos colegios siguen siendo una opción para quienes, por no querer o poder aspirar a una formación académica profesional, se quedan al menos con “el machetito” que les da el vocacional. Esto ha cambiado. A diferencia de lo que ocurrió en el pasado – y lo que ocurre todavía en algunos países – el estudiante de un Colegio Técnico-Profesional en Costa Rica no tiene que elegir si aspira a un futuro como técnico o como profesional, tiene ambas puertas abiertas.

En la rama técnica de la educación secundaria, aparte de recibir la formación correspondiente a la rama académica y obtener el título de Bachiller, el estudiante se especializa en un área técnica de su elección y recibe el título de Técnico en nivel medio. Esto demanda un año más de estudios que la rama académica así como la realización de una Práctica Profesional en el campo correspondiente, y ofrece tanto una salida hacia la educación superior como una salida hacia el mercado laboral técnico. El plan de estudios para el III ciclo de los Colegios Técnicos (de séptimo a noveno año), además de las asignaturas del área académica, incluye dos talleres exploratorios por nivel. Estos talleres facilitan al alumno escoger una especialidad de las tres áreas existentes: agropecuaria, industrial y comercio y servicios.

En el año 2006 el Consejo Superior de Educación – que es el órgano encargado de dirigir la política educativa en Costa Rica – aprobó el Modelo de Educación Basada en Normas de Competencias (EBNC) propuesto por el MEP, con el objetivo no solo de atender los requerimientos de formación integral de las y los estudiantes, sino también las necesidades particulares para su posterior participación en los sectores productivos. A partir de este modelo, se realizó una renovación prácticamente completa de los programas de estudio y las especialidades; los centros educativos fueron dotados de infraestructura y equipamiento adecuado, y se avanzó en múltiples programas de capacitación a docentes y estudiantes en proyectos específicos.

Como parte del proceso de actualización de las especialidades, se llevan a cabo las Mesas Empresariales, que constituyen un proceso de consulta donde el sector educativo consolida un diálogo con los representantes empresariales, con el fin de fortalecer el vínculo entre estos dos sectores para determinar las necesidades de talento humano calificado en las empresas y las dificultades para su contratación. Los Consejos Regionales de Vinculación con la Empresa y la Comunidad utilizan las mesas empresariales para hacer las consultas al sector productivo e identificar posibles cambios a los contenidos de los programas de estudio de las especialidades, y variaciones en el perfil de los técnicos medios. Las opiniones obtenidas, permiten la actualización de la oferta educativa, para que responda eficazmente a los requerimientos del mercado laboral y potencie la inserción laboral de los graduandos.

Mediante este proceso, del 2006 al 2014 se actualizaron los programas de estudio correspondientes a las 42 especialidades técnicas existentes. En el mismo periodo se crearon también 13 especialidades nuevas. Con el fin de mejorar el dominio del inglés por parte del estudiantado, se creó adicionalmente la versión bilingüe de algunas especialidades existentes, en virtud de la demanda planteada por el sector empresarial. En total, se cuenta con un total de 55 especialidades que se ofrecen en todo el país, tal y como se muestra en el siguiente cuadro.

Oferta de modalidades y especialidades técnicas (2014)

Modalidades

Especialidades

Agropecuaria

Agrojardinería, Agroecología, Riego y Drenaje, Agroindustria Alimentaria Con Tecnología Agrícola, Agroindustria Alimentaria Con Tecnología Pecuaria, Agropecuario en Producción Agrícola, Agropecuario en Producción Pecuaria

Comercial y
Servicios

Administración y Operación Aduanera, Banca y Finanzas, Contabilidad, Contabilidad y Auditoría, Contabilidad y Costos, Contabilidad y Finanzas, Informática en Desarrollo De Software, Informática en Redes, Informática en Soporte, Informática Empresarial, Accounting, Computer Networking, Computer Science in Software Development, Information Technology Support, Bilingual Secretary, Executive Service Center, Salud Ocupacional, Secretariado Ejecutivo, Ejecutivo para Centros De Servicios, Turismo en Alimentos y Bebidas, Turismo Ecológico, Turismo en Hotelería y Eventos Especiales, Turismo Rural, Turismo Costero.

Industrial

Administración, Logística y Distribución, Automotriz, Autorremodelado, Construcción Civil, Dibujo Arquitectónico Dibujo Técnico, Diseño y Confección de la Moda, Diseño y Construcción De Muebles y Estructuras, Diseño Gráfico, Diseño Publicitario, Electromecánica, Electrotecnia, Electrónica Industrial, Electrónica en Telecomunicaciones Electrónica en Reparación De Equipo De Cómputo, Impresión Offset, Industrial Textil, Mantenimiento Industrial, Mantenimiento de Aeronaves, , Mecánica Naval, Mecánica General, Mecánica De Precisión, Refrigeración y Aire Acondicionado, Productividad y Calidad.

Esta transformación curricular se vio complementada por un esfuerzo explícito por aumentar la cobertura de la educación técnica. Para el año 2004, existían 71 Colegios Técnico-Profesionales (más una sección nocturna). Diez años después, el número de Colegios Técnico-Profesionales había aumentado a 132 (más 83 secciones técnicas nocturnas). La mayor parte de este aumento se realizó en zonas rurales y en comunidades urbano-marginales lo que, junto con la creación de las secciones nocturnas abrió la oportunidad de acceder a la educación técnica a una población estudiantil que difícilmente podría haberlo hecho de otra forma. El impacto en el aumento de la cobertura ha sido muy significativo: para 2004, la educación técnico-profesional atendía a 58.500 estudiantes que representaban un 18,4% de la población estudiantil correspondiente; diez años después, el número de estudiantes atendidos por estos colegios había alcanzado los 97.300, representando un 26,3% del total de estudiantes de su nivel. La prioridad del aumento de la cobertura de la educación técnica se aprecia con claridad en el hecho de que, mientras que en esa década la matrícula en colegios académicos aumentó en un 5%, la matrícula correspondiente a la educación técnica aumentó en un 66%. Esto, lógicamente, requirió de una inversión muy importante, dado que el costo de la educación técnica es mayor que el de la educación académica.[i]

Los avances y cambios logrados en la Educación Técnica a lo largo de la última década, consolidaron las bases y las condiciones para la formación profesional de un estudiantado con capacidad de incorporarse con éxito en el sector productivo, así como acercar la formación a la evolución del mercado laboral costarricense. De acuerdo con los datos de las Encuestas Nacionales de Hogares (INEC: 2012) los trabajadores que son egresados de colegios técnicos perciben, al empezar a trabajar, un ingreso que es un 11,5% más alto que el los egresados de colegios académicos. Si bien este resultado es un promedio simple, una tesis reciente utilizó un instrumental econométrico más sofisticado para concluir que “Se determina que efectivamente en Costa Rica los graduados de colegios técnicos tienen un salario estadísticamente mayor que los graduados de colegio académicos, ya que reciben alrededor de un 10% más de salario bruto por hora trabajada, resultado ligeramente menor que el indicado por el INEC (11,5%)”.[ii]

Pero dijimos que si bien esta era una historia de luces, era también una historia de sombras. Es cierto que en los últimos diez años tanto el contenido como la cobertura de la educación técnica secundaria ha mejorado en forma importante; también es cierto que la cobertura de la educación secundaria en general ha mejorado significativamente durante los últimos quince años en Costa Rica, pasando de apenas un 58% en 1999 a más del 90% en 2014. Sin embargo, esta mejora se da luego de una de las más importantes tragedias educativas de nuestra historia, cuyos efectos se siguen pagando al día de hoy. De fines de los años cincuenta a fines de los setenta Costa Rica había logrado aumentar la cobertura en secundaria de apenas un 20% al 60%. Fue un esfuerzo notable. Sin embargo, el manejo de la crisis de fines de los setenta tuvo un impacto dramático en la educación, haciendo caer nuevamente la cobertura a un 50% en 1984.

Pasarían dos décadas antes de que Costa Rica recuperara la cobertura educativa de 1979. Fueron dos décadas realmente perdidas en términos educativos, dos décadas en las que la mitad de los jóvenes costarricenses ni siquiera llegó a la secundaria. Hoy, eso se refleja en una dramática estadística: más de la mitad de la fuerza laboral costarricense actual no tiene formación secundaria y, por tanto, no tiene acceso a los trabajos calificados y semi-calificados que ofrece el mercado laboral y que brindan los mejores salarios. La Costa Rica de hoy muestra un perfil claramente dual tanto en su economía como en su mercado laboral: aquellos trabajadores que lograron completar la secundaria y – sobre todo – complementar la educación secundaria académica con una formación técnica o profesional, son los que hoy disfrutan no solo de un empleo formal, estable y productivo, sino de un buen ingreso; por el contrario, aquellos que no lograron completar su secundaria se ven relegados a los empleos menos productivos y mal remunerados, especialmente al sector informal de la economía (que hoy agrupa al 44% de la fuerza laboral ocupada) y, peor aún, constituyen una parte muy importante del 10% de la fuerza laboral desocupada. 

Si la tragedia educativa de fines de los setenta es un factor clave para explicar la persistencia de la pobreza y la creciente desigualdad que ha vivido Costa Rica en el inicio del siglo XXI, solo cabe esperar que la recuperación de la cobertura educativa con la consecuente reducción de las brechas educativas y, en particular, la expansión y actualización de la educación técnico-profesional, abran realmente las oportunidades para que un desarrollo económico que pueda encontrar una oferta suficiente de recursos  humanos calificados que sean el sustento de una creciente productividad que, a su vez, sea capaz de dar sostenibilidad a remuneraciones también crecientes de la fuerza de trabajo. Como bien dijo José Figueres allá por 1949:

Los sueldos y jornales crecientes conducen a una mayor eficiencia en la administración de los negocios. Se abandonan gradualmente las actividades menos productivas. La agricultura y la industria van eliminando los llamados negocios marginales. Se introducen nuevos métodos técnicos y nuevas máquinas. La producción sube, tanto en términos globales como en relación a las horas de labor invertidas. El trabajo se valoriza. El hombre se dignifica.”[iii]

 

Leonardo Garnier es ex-Ministro de Planificación (1994-1998) y Educación (2006-2014) de Costa Rica.

NOTA: Excepto cuando explícitamente se indique lo contrario, la información contenida en este ensayo ha sido tomada del documento La educación subversiva: atreverse a construir el país que queremos. Memoria Institucional 2006 – 2014 del Ministerio de Educación Pública de Costa Rica San José, Costa Rica, abril 2014

[i] Los mayores costos de la educación técnico-profesional surgen de dos causas distintas. Primero, la duración de la jornada diaria de la rama técnico-profesional es más extensa que la rama académica e implica un año adicional de estudios. Segundo, la infraestructura y el equipamiento son notablemente más caros, en particular para las especialidades que requieren de equipos mecánicos sofisticados. 

[ii] Díaz Delgado, Esteban y Solano Cordero, Verónica: Diferencial salarial entre graduados de colegios académicos y colegios técnicos en Costa Rica, Memoria de Seminario de Graduación para optar por el Grado Académico de Licenciatura en Economía, Universidad de Costa Rica, Noviembre, 2015.

[iii] Figueres Ferrer, José: Escritos y discursos: 1942-1962 Editorial Costa Rica, San José, 1986: p. 236