Obama y Latinoamérica

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No es casual que el Presidente Obama eligiera a Chile para realizar su mayor discurso que traza la política de su administración para América Latina. Chile, después de todo, muestra el conjunto de características que Washington espera encontrar en otros países de la región. Los bosquejos ya habían sido adelantados en su mensaje en Río de Janeiro. La idea central es reconocer los logros que han experimentado países como Brasil y Chile, y celebrar el éxito de las transiciones de un gobierno militar desarrollando fórmulas que pueden servir como ejemplos para el resto del mundo, particularmente en Medio Oriente. Para Obama es importante superar el paternalismo que ha ejercido Estados Unidos por larga data y pretende instaurar relaciones entre iguales. Esta postura es más congruente con su temperamento y experiencia. También refleja mejor la nueva realidad. En particular, América Latina incrementa su poder y autonomía, aumentando su rol global y su confianza. Obama está consciente de que la influencia de EEUU en la región ha declinado y de que nuevos actores -China especialmente- son más importantes que nunca. Obama ya tocó estos temas en la Cumbre de las Américas hace dos años: "No hay socios más grandes o más chicos en nuestras relaciones. Es simplemente un compromiso basado en el respeto mutuo, intereses comunes y valores que compartimos". Pero lo que pasó después fue decepcionante, pues él y sus principales asesores se distrajeron en otros frentes y hubo poco movimiento en la agenda hemisférica. Como consecuencia, los latinoamericanos tienen menos expectativas de EEUU. ¿Las palabras de Obama en su discurso de Santiago resultarán vacías? Por cierto, es una posibilidad. Hay pocas razones para creer que Obama ahora se enfocará menos en otros asuntos urgentes, como la crisis de Libia demuestra. Los temas centrales que presentó -seguridad, comercio, inversiones, oportunidad económica, democracia y DDHH- son importantes, pero han sido expresados por otros presidentes de EEUU. Obama se refirió en su discurso a la famosa Alianza para el Progreso de John F. Kennedy, anunciada hace 50 años. Las comparaciones son inevitables, pero deben realizarse con cautela: los latinoamericanos entienden que EEUU enfrenta serias limitaciones en lo que puede hacer para la región. Sin embargo, muchos latinoamericanos se preguntarán, con razón, si Obama, muy querido en la región según las encuestas, está haciendo un cambio significativo con el pasado y presentando una nueva visión para guiar las relaciones interamericanas en el futuro. El discurso de Santiago había sido descrito como más o menos el equivalente al que dio Obama en El Cairo en 2009, pero si bien fue positivo, difícilmente puede cumplir los requisitos de un marco para la política de EEUU hacia la región en la próxima década. Al final, tal vez va a corresponder en parte a los latinoamericanos plantear propuestas imaginativas para lograr el tipo de acercamientos que Obama alentó. Hay espacios para aumentar la colaboración en temas que van desde la seguridad hasta los alimentos y la energía renovable. Con un presidente dispuesto y abierto en la Casa Blanca, puede que se requiera más iniciativa de la propia región para hacer esto una realidad. Artículo completro vía La Tercera.