Las señales mezcladas de Washington

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No son fáciles de interpretar las señales mezcladas que llegan de Washington en cuanto a la política extranjera de los Estados Unidos. Es comprensible que los colombianos estén perplejos con dos mensajes recientes que han llegado del gobierno de Obama, que ahora empieza su segundo año. El primero tiene que ver con el Tratado de Libre Comercio que está pendiente, fue aprobado en 2006 por el Congreso colombiano pero no ha sido ratificado por el Congreso estadounidense. El segundo es el estatus del paquete de ayudas para Colombia, frecuentemente llamado Plan Colombia, que se inició hace casi una década. La mención que hizo el Presidente Obama sobre Colombia, junto con Panamá y Corea del Sur, en su discurso sobre el Estado de la Unión, el 28 de enero, fue una sorpresa. Obama estaba tratando de comunicar su intención de extender relaciones comerciales. Pero como dijo un comentarista, el párrafo sobre el tema parece haber sido tomado de uno de los discursos de Bill Clinton o George Bush. Hasta ese momento Obama había guardado relativo silencio frente al tema de comercio; en cambio se había concentrado en otras prioridades de política exterior. ¿Cómo se explica la sorpresa? Primero, en un intento por revigorizar su presidencia (después del duro golpe que sufrió su partido Demócrata en las elecciones al Senado en Massachusetts), Obama estaba tratando de mostrar que está preparado para trabajar con el sector privado y quiere recuperar el apoyo de los votantes independientes (más que demócratas o republicanos), quienes lo han abandonado. Comercio, junto con asuntos como energía y educación, ofrecen puntos en común a esos grupos. En segundo lugar, la recuperación política de Obama depende en gran parte de si baja o no el nivel de desempleo, que ahora está apenas por debajo del 10 por ciento. La creación de empleos para exportaciones es una parte clave de la estrategia de su gobierno. Un mayor énfasis en libre comercio va acorde con este enfoque. Aunque la aprobación de los tratados pendientes no depende de Obama -esa es labor del Congreso- el Presidente podría presionar a los miembros de su propio partido para que permitan una votación. Eso, sin embargo, es poco probable. El Congreso, controlado por los demócratas, no parece estar de ánimo para perseguir lo que ven como una agenda políticamente riesgosa. Precisamente por el alto nivel de desempleo y la ansiedad que se siente en gran parte del país, los miembros del Congreso resisten semejantes tratados, especialmente porque la Cámara Baja tiene que enfrentar a los votantes en noviembre. Las palabras de Obama fueron prometedoras para quienes apoyan el libre comercio, pero no comprometieron al gobierno a advocar la aprobación de los tratados, a propósito de los asuntos que aún están sin resolver. Los cortes en la ayuda a Colombia propuestos por el gobierno de Obama, y anunciados como parte del presupuesto para 2011, se esperaban. Las cantidades, aún sujetas a discusión en el Congreso y su eventual aprobación, reducirían el apoyo en unos 55 millones de dólares, o un 11 por ciento. En todo caso es comprensible que la decisión haya molestado a muchos colombianos, quienes asumían que el gobierno de Obama apoyaba la política del Gobierno contra las drogas y los grupos armados ilegales. De hecho la reducción propuesta no refleja descontento con los esfuerzos del gobierno colombiano. Más bien refleja la continuación de una tendencia -ya evidente durante los años de Bush- a reducir paulatinamente la asistencia de E.U. para Colombia con el propósito de "nacionalizar" el esfuerzo. Hasta puede mirarse como una muestra de confianza en el gobierno colombiano -que en vista de avances en seguridad, ya no necesita el mismo nivel de ayuda financiera por parte de E.U. Cuando uno considera las presiones del presupuesto, no solo en Afganistán e Irak, sino también en México (sorprendentemente el presupuesto de la administración incluye una reducción en los fondos de un programa tan reciente) y ahora Haití, los aún significativos recursos propuestos sugieren la continua importancia que E.U. le da a Colombia. Cada una de estas señales políticas se puede explicar en sus propios términos. Pero tomado en conjunto -y en vista del ambiente político que hoy se vive en E.U.- los mensajes recientes deben ser vistos como reconfortantes para Colombia.

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