Cómo construir consensos en educación

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Los cambios en educación son difíciles, complejos y prolongados. Son procesos largos en su gestación, diseño, aplicación y despliegue. Lo que un Presidente y un Ministro siembran no se cosecha sino hasta varios gobiernos después. Mejorar la educación de un país exige persistencia, vocación y trabajo en equipo. Los progresos son la consecuencia de múltiples factores que interactúan y se refuerzan entre sí de manera sistemática. Los estudios y mediciones suelen arrojar resultados variados, y eso hace más difícil discernir lo que es esencial de cambiar. No hay recetas simples. Además, como los costos financieros son elevados y los resultados tardan en manifestarse, los gobiernos enfrentan la necesidad de conciliar la inversión en educación con sus potenciales efectos electorales. Un bono en dinero a la familia es más directo, pues produce la percepción de mejoría inmediata. La construcción de grandes obras públicas se ve, pues su materialidad es indiscutible y se pueden inaugurar muchas durante un mismo periodo de gobierno. Estas obras suelen tener un reconocimiento palpable y dan más votos que inversiones en educación, las que con frecuencia son cuestionadas –sea por ignorancia, simplismo o afán crítico– por quienes imaginan frutos de rápida maduración, como si se tratara de una empresa.

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