La reforma educativa en México: ¿Está en riesgo?

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Jesús Villaseca P. / Latitudes Press / CC BY-NC-SA 2.0

La calidad del sistema educativo de México es deficiente. En las evaluaciones estudiantiles de PISA del 2012, México ocupó el puesto número 53 de los 65 países participantes, y el último puesto de los 35 países de la OECD que participaron en la prueba. 55% de los estudiantes en México no alcanzan un nivel de habilidades básicas (Nivel 2) en Matemáticas, mientras que el 41% y el 47% no alcanza este nivel en Lenguaje y Ciencias, respectivamente.

Para hacer frente  a estas deficiencias, en 2012 el presidente Peña Nieto anunció un ambicioso plan de reforma educativa que fue aprobado por el Senado como parte de un acuerdo pluripartidista. Al centro de la reforma está un renovado énfasis en la calidad de la educación y políticas para mejorar el desempeño docente. Por ejemplo, la reforma introdujo legislación de profesionalización docente que hace obligatorias las evaluaciones tanto para los aspirantes a la docencia como los docentes en servicio. Hasta hoy en día, alrededor de 33,000 puestos de enseñanza se han llenado a través de estas pruebas, una nueva práctica que hace a la selección de maestros más abierta y competitiva, y rompe con una corrupta tradición de nepotismo y favoritismo político a la hora de llenar puestos de enseñanza.

La implementación de la reforma ha enfrentado dificultades y conflicto. Solo semanas antes de las elecciones federales de junio 2015, el Gobierno anunció la suspensión definitiva de las evaluaciones de desempeño docente. Muchos creen que la medida se tomó para calmar la intensa oposición de los sindicatos de maestros, que estaban amenazando con boicotear las elecciones. La decisión generó fuertes críticas por parte de la sociedad civil, expertos y el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE). Sin embargo, luego de las elecciones la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que sí llevarían a cabo las evaluaciones, y esta vez el CNTE, el sindicato de maestros opositor, está amenazando con boicotear las propias evaluaciones. Esta instabilidad ha generado muchas dudas sobre el futuro de la reforma educativa en México.

A la luz de los más recientes acontecimientos, el Diálogo Interamericano convocó un panel de discusión con Claudio X. González (presidente de Mexicanos Primero y miembro del Diálogo Interamericano) y Marco Fernández (profesor del Instituto Tecnológico de Monterrey, investigador de México Evalúa y Fellow en el Instituto de México en el Wilson Center), para que compartieran lo que ellos consideran son los principales retos de la reforma educativa. Las siguientes son cuatro conclusiones del evento:

1. Débil control del estado sobre la educación: Uno de los objetivos de la reforma educativa es ayudar al estado mexicano a recuperar el control sobre el sistema educativo, ya que en muchas partes del país, el estado ha perdido soberanía de la educación a los sindicatos de maestros. Fernández considera que los mexicanos están lejos de cumplir este objetivo. Él estima que por lo menos 35 puestos gubernamentales clave a nivel estatal y local están ocupados por miembros de los sindicatos; en estos estados, los gobernadores muchas veces no hacen cumplir la ley. De hecho, la SEP está demandando a seis estados mexicanos por haber violado la constitución al aprobar leyes educativas que contradicen las leyes de la reforma. 

Además, González lamenta que el gobierno se ha prestado a violentar la ley a cambio de beneficios políticos de corto plazo. Por ejemplo, el gobierno negoció con la CNTE durante las protestas, y concedió a varias de sus demandas declaradas, incluyendo la de “proteger” los puestos docentes, a pesar de que esto contradice los requerimientos de evaluación de la reforma.

Otro ejemplo del débil comando estatal sobre la educación es el carente monitoreo de la inasistencia docente.  González explica que reportar ausencias es la responsabilidad de los directores y supervisores de escuela. Pero por su alianza a los sindicatos, éstos frecuentemente no reportan las ausencias de los maestros, y cuando sí lo hacen, los maestros pocas veces son reprendidos. Por ejemplo, los maestros integrantes de la CNTE que no asistieron a dar clase por participar en las protestas recibieron su salario por esas dos semanas que faltaron al trabajo. La SEP ha recibido fuertes críticas por autorizar esos pagos.

2. Falta de autonomía de las autoridades evaluadoras: La reforma del 2012 le otorgó autonomía al Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE). Ambos panelistas creen que la decisión de la Secretaría de Educación Pública de suspender las evaluaciones docentes violenta la autonomía del INEE, pero también consideran que el INEE no demostró suficiente resistencia a este anuncio, ya que solamente publicó una nota de prensa condenatoria. Los expertos creen que el INEE pudo haber utilizado instrumentos legales para contrarrestar la inconstitucionalidad de la decisión, una tarea que asumió la sociedad civil, logrando una resolución judicial contra la suspensión.

3. Falta de transparencia: Con la creación de un nuevo Sistema de Información y Gestión Educativa, decretado por la reforma, México hizo el primer censo de su sistema educativo. Pero Fernández explica que algunos estados protestaron el censo, posiblemente porque representaba una amenaza a sus prácticas e implicaba mayor control y rendición de cuentas. También hubo falta de cooperación por parte de los mismos maestros. Por lo menos 158,000 docentes  se rehusaron a contestar el cuestionario del censo, y un estimado 7% de los docentes  faltaron días laborales durante las semanas del censo. Esta resistencia es un obstáculo a obtener información completa sobre el sistema educativo.

4. Poco involucramiento de los padres: Ambos expertos encuentran muy preocupante que los padres de familia están mostrando una pasiva aprobación de la situación educativa. Encuestas revelan que entre el 70% y el 75% de los padres de familia creen que sus hijos están recibiendo una buena educación, explicó Fernández, algo que no concuerda con los resultados de PISA. Además, mientras la reforma trata de aumentar la participación social en las escuelas, las oportunidades de participación para los padres no han tenido una buena acogida. Esto implica que hay que buscar otras maneras de informar e involucrar más a los padres en la educación de sus hijos, para así crecer el apoyo a la reforma.

En conclusión, esta compleja reforma está llamando atención a muchas prácticas que necesitan un cambio. No debería de sorprender que la implementación está experimentando dificultades, pero hay preocupación entre muchos analistas de que la propia dirección de la reforma está en peligro. La buena noticia es que parece haber debate sobre el futuro de la educación, y fuertes voces demandándole al gobierno que sostenga la reforma. Si esto pasará o no está por verse.


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