Manejando las dinámicas en el aula

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Jorge Tineo / CC BY-SA 3.0

Las interacciones entre alumnos y docentes en el aula están en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje. No obstante, muy pocos países en América Latina y el Caribe tienen buena información sobre cómo funcionan estas relaciones en la práctica o cómo afectan el aprendizaje. La manera en que los docentes manejan sus aulas—el tiempo dedicado a la instrucción, el uso de materiales didácticos, las estrategias pedagógicas utilizadas y la manera en que logran captar y mantener la atención de sus alumnos—afecta las oportunidades de aprender de los estudiantes y los resultados educativos. El funcionamiento de estos aspectos tiene implicaciones importantes para la política educativa.

Del 2009 al 2012, el Banco Mundial colaboró con los gobiernos de siete países de América Latina y el Caribe para observar y documentar lo que ocurrió en los salones de clase de más de 15,000 docentes escogidos aleatoriamente de muestras representativas de escuelas. Los resultados, presentados en Profesores excelentes: cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe, por Barbara Bruns y Javier Luque, sugieren que los bajos niveles de aprendizaje estudiantil en la región se deben, al menos en parte, al poco tiempo de clase dedicado a la instrucción y a los bajos niveles de participación de los alumnos en las actividades de clase. Los docentes tienden a depender mucho de métodos de enseñanza tradicionales (como el uso de la pizarra), emplean entre 20 y 35% de la clase en trabajo individual de los alumnos en vez de utilizarlo en instrucción más activa, y usan muy poco los recursos de las TICs. Sin embargo, las dinámicas de clase varían enormemente entre distintas escuelas y también dentro de una misma escuela, lo cual sugiere que el personal directivo de la escuela y quienes manejan el sistema educativo tienen un amplio espacio para promover una mejor instrucción. Esto es posible por medio de la observación regular de la práctica docente, la retroalimentación a los profesores y a los administradores del sistema, la facilitación del intercambio de buenas practicas, y el apoyo a las escuelas y docentes a usar esta información para mejorar su práctica. A continuación se presenta un resumen más detallado del estudio y sus implicaciones para la política educativa.

¿Qué hizo el estudio?

Del 2009 al 2012, equipos calificados en los países partici-pantes observaron más de 15.000 salones de clase en más de 3.000 escuelas de Brasil, Colombia, Honduras, Jamaica, Perú, República Dominicana y el Distrito Federal de México, con el fin de recolectar datos internacional-mente comparables sobre prácticas docentes. Los equipos se enfocaron en grados y materias en los cuales existían pruebas de desempeño estudiantil para ver cómo las dinámicas en el aula afectaron el aprendizaje. Las escuelas y los salones de clase se seleccionaron aleatoriamente de muestras representativas de los sistemas escolares participantes.

Los observadores utilizaron una versión adaptada del Stallings classroom snapshot—una herramienta desarrollada para sistematizar las observaciones de clase que requiere de relativamente poco entrenamiento para usarla y tiene una alta consistencia entre los observadores. La metodología Stallings mide cuatro aspectos de la práctica docente: 1) uso del tiempo de clase para la instrucción; 2) uso de materiales didácticos (incluyendo los TICs); 3) prácticas pedagógicas; y 4) capacidad de involucrar a los alumnos en el aprendizaje. En vez de enfocarse en contenidos, la metodología se concentra en técnicas pedagógicas, sin tratar de evaluar la calidad de las interacciones entre alumnos y docentes.

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