Costa Rica ante la seducción del mesianismo

Fabricio Alvarado / Facebook Fabricio Alvarado / Facebook

Sin importar el resultado de la segunda ronda presidencial en Costa Rica el 1 de abril, esta elección habrá servido para desnudar los problemas de disfuncionalidad política que afligen a la democracia más longeva de América Latina.

Luego de un subibaja electoral en el que varios candidatos tuvieron posibilidad de ganar, la primera ronda arrojó un resultado problemático. El país enfrenta ahora el dilema de escoger entre Fabricio Alvarado, un diputado y cantante evangélico ultraconservador, y Carlos Alvarado, el candidato del impopular partido de centroizquierda del actual presidente Luis Guillermo Solís.

“No necesitamos otro político corrupto; lo que necesitamos es un hombre de Dios”, se ha repetido en las semanas finales de la campaña. Ese mensaje implica una involución política al tiempo que ofrece un espejo de lo que se vive en el país y en muchos países de América Latina: no se busca un mejor presidente sino un mesías. En las sociedades laicas, como las europeas, el descrédito de la clase política ha dado paso al ascenso de pasiones seculares, como el nacionalismo y la xenofobia. En América Latina, en cambio, simplemente puede abrir el camino al poder a la religión. ¿Cómo llegamos a este escenario?

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