Elecciones legislativas en Argentina: Pocos cambios

˙ Voces

Este artículo también está disponible en: Inglés

La noche del 14 de noviembre, el presidente argentino Alberto Fernández celebró con euforia una derrota. En las elecciones legislativas de ese día la coalición gobernante, el peronista Frente de Todos (FdT), obtuvo solo 33.5 por ciento del voto nacional contra 42 por ciento de la coalición opositora Juntos por el Cambio (JxC). El peronismo, además, perdió el control del Senado por primera vez en más de tres décadas ¿Qué festejaba entonces el presidente además de querer levantar los ánimos del peronismo nacional?

En primer lugar, que el FdT sigue siendo la fuerza más importante tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, aunque sin mayoría. En ambas cámaras, el peronismo confía en lograr el apoyo de partidos pequeños, muchos de ellos vinculados a gobernadores provinciales, proclives a negociar leyes a cambio de presupuesto y obras públicas.

Más importante aún, Fernández respiró aliviado porque el FdT aumentó ligeramente su nivel de apoyo comparado con las elecciones primarias de septiembre, que habían sido una catástrofe sorpresiva para el gobierno. Crucialmente, el FdT remontó en la estratégica provincia de Buenos Aires, su bastión tradicional: en las primarias JxC obtuvo 4 por ciento más que el FdT en la provincia; en noviembre la diferencia fue de solo 1 punto gracias a una mayor participación electoral, especialmente en sectores peronistas que fueron motivados a salir a las urnas. De cara a las elecciones presidenciales del 2023, Alberto Fernández aludió a la necesidad de tener internas partidarias, alejándose así del nombramiento de candidatos por parte de Cristina Kirchner, como ocurrió en las elecciones del 2019, induciendo así la necesidad de distribuir el poder dentro de la coalición peronista.  

La derrota en las primarias había puesto al FdT al borde del colapso: la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner –líder de la facción más importante dentro de la coalición– amenazó públicamente con romper el gobierno si el presidente no implementaba cambios urgentes. Bajo presión, Fernández cambió su gabinete y aumentó el gasto público como solicitaba Fernández de Kirchner, pero temía que una derrota igual de grave en las elecciones legislativas significara el final de su gobierno. La relación entre el presidente y su vicepresidenta quedó fuertemente dañada, pero su alianza incómoda perdurará, por lo menos por un tiempo.

Hasta el momento, Argentina parece ir a contramano de sus vecinos latinoamericanos, donde la fragmentación política es cada vez más acentuada. De hecho, estas elecciones confirmaron que existe un sistema político bipolar, estructurado alrededor de dos coaliciones con marcadas diferencias internas: JxC (que gobernó bajo Mauricio Macri entre 2015 y 2019) y el FdT (creado por Cristina Kirchner para unificar al peronismo en 2019). Sin embargo, fuerzas extremistas comienzan a sumar apoyos: la extrema izquierda obtuvo 6 por ciento de los votos a nivel nacional, y en la Ciudad de Buenos Aires el derechista antisistema y pro mercado Javier Milei consiguió el 17 por ciento. Si el FdT y JxC siguen siendo incapaces de abordar el continuado deterioro de las condiciones económicas, estas opciones más radicales podrían ganar más fuerza.

Aunque algunos analistas anticipan un giro moderado de Fernández tras la derrota electoral, existen pocas señales que vislumbren este positivo giro ese sentido. El gobierno argentino tiene poco tiempo para cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y evitar un default con el organismo. La misma noche de la elección Fernández prometió diálogo con la oposición para consensuar una propuesta, pero es difícil que esto prospere en un ambiente político muy polarizado y agresivo. Por otra parte, no está claro que el presidente tenga los apoyos necesarios dentro de su propia coalición para un programa de ajuste fiscal, que seguramente exigirá el FMI. Es difícil que JxC apoye un acuerdo si Fernández no consigue primero el respaldo de su vicepresidenta.

La victoria de JxC lo fortalece ante las elecciones presidenciales de 2023, solo dos años después de que el ex presidente Mauricio Macri cayera derrotado ante Alberto Fernández en medio de una severa crisis económica. Sin embargo, en Argentina las elecciones legislativas de medio término no suelen predecir quién será el próximo presidente. La coalición opositora, además, carece de un liderazgo unificado. El principal candidato hacia 2023 es Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de Buenos Aires, pero sus aspiraciones presidenciales son resistidas por varios sectores de JxC, algunos cercanos al propio Macri.

En otras palabras, las elecciones legislativas tuvieron muchos ganadores pero ningún vencedor.

LINKS RELACIONADOS: 

Argentina: Derrota, tregua y debilidad

Mercosur’s Divisions Are Pushing It to a Breaking Point

Private Meeting with Sergio Massa


Suggested Content

Argentina: Optimismo sin euforia

Mauricio Macri tiene razones para celebrar: los argentinos acaban de respaldar de forma contundente su agenda de reformas. Para capitalizar este triunfo, Macri deberá escoger cuidadosamente sus batallas, resolver inconsistencias del programa económico, y mostrar resultados concretos para mantener la confianza de los inversores y de los ciudadanos

˙Bruno Binetti

Fernandez and Fernandez de Kirchner

Argentina: Derrota, tregua y debilidad

El Frente de Todos, la coalición de gobierno de Argentina, quedó al borde del abismo después de una dura derrota en las elecciones primarias del 12 de septiembre, en la que obtuvo 32 porciento de los votos contra 42 de la coalición opositora, Juntos por el Cambio.

˙