¿Cómo incorporar marcos de competencias de cuidadoras de primera infancia a la políticas públicas?

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El camino hacia la adopción de políticas públicas de Estado en primera infancia, presenta diferentes escenarios en América Latina y el Caribe. Por ello, se ha propuesto a los países de la región fijar una Agenda de Calidad de la Educación Inicial que refleje una visión amplia y pertinente, que comprenda la relación entre aprendizaje y desarrollo integral, y cuyo énfasis esté puesto tanto en los factores estructurales como en los de procesos.

La sexta recomendación de la Declaración del Foro Regional: Hacia una educación de calidad en la primera infancia, resalta la importancia de desarrollar un marco de competencias para quienes trabajan en la temática, promoviendo un sistema de capacitación —tanto inicial como continuo— y certificación de competencias, que fortalezca la ejecución de la función en la región.

La siguiente propuesta, elaborada por Javier Quesada y Claudia Castro con el apoyo del Diálogo Interamericano, el Instituto Interamericano del Niño, Niña y Adolescentes (IIN-OEA) y la Fundación LEGO, tuvo como propósito proponer un marco de competencias básicas y universales a ser contempladas en las ofertas de formación/certificación a fin de que estén presentes en un futuro currículum para la región, teniendo en cuenta la multiculturalidad. El material se presenta como un punto de partida común sobre el cual cada uno de los países puede incorporar las especificidades de sus contextos.

Más allá de las especificidades de cada país y cultura, deben incorporarse estos seis ejes prioritarios:

  1. Derecho: Realiza prácticas de cuidado y educación incorporando la perspectiva de derecho en el rol, promoviendo la apropiación de los derechos por parte de niños, niñas y familias, sustentada en el interés superior del niño.
  2. Desarrollo infantil: Gestiona acciones y experiencias en ambientes seguros y estimulantes, de acuerdo con los intereses y el nivel de desarrollo del niño o niña, privilegiando los vínculos interpersonales de calidad, el buen trato y el juego como organizadores de la tarea.
  3. Familia y comunidad: Comparte orientaciones y fortalece las prácticas de crianza “positiva o enriquecida” de las familias, potenciando los niveles de desarrollo integral de sus hijos e hijas, involucrando el ámbito comunitario en las funciones de cuidado de la primera infancia.
  4. Salud y nutrición: Efectúa actividades de cuidado personal y educación de niños y niñas, promoviendo la formación de hábitos saludables, la autonomía progresiva, y considerando las necesidades de salud física y mental durante el crecimiento y el desarrollo.
  5. Diversidades y género: Propone experiencias de cuidado y educación que puedan dar respuesta a la diversidad, entendiendo que es en los procesos de socialización temprana donde se delimitan roles, atributos, apariencias, comportamientos y funciones sociales.
  6. Habilidades y capacidades pedagógicas: Observa, escucha, respeta las opiniones de los otros en las interacciones, entendiendo el aprendizaje como un proceso de co-construcción abierta (entre institución familia, comunidad y niños y niñas) que asegura la inclusión social y genera el andamiaje en el proceso de desarrollo-aprendizaje.

Estas competencias generales, que implican capacidades específicas a lograr por las personas en tareas de cuidado y educación, deberán adquirirse en sistemas de formación que contemplen la diversidad de las trayectorias y experiencias previas. Cada país podrá proponer metodologías y estrategias acordes a las necesidades y estilos de aprendizaje del personal de cuidado, con el desafío gubernamental de sostener la formación y ajustarse a los propios sistemas de cualificación

EVENTO EN LÍNEA: Marcos de competencia para el personal de cuidado y educación temprana en América Latina y el Caribe

El 8 de julio, el Diálogo Interamericano y el Instituto Interamericano del Niño, Niña y Adolescentes (IIN-OEA), con el apoyo de la Fundación LEGO, convocaron a un evento en línea para presentar el informe: Marcos de competencia para el personal de cuidado y educación temprana.

El evento inició con las palabras de Ariel Fiszbein, director del Programa de Educación del Diálogo Interamericano; y contó con la participación de Víctor Giorgi, director general del IIN-OEA; Ana Maria Nieto, especialista senior de programas en primera infancia de la Fundación LEGO; Javier Quesada, ex subsecretario de primera infancia de la Secretaria Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de Argentina; Claudia Castro, especialista en educación y salud y asesora de la Sociedad Argentina de Pediatría; Yannig Dussart, gerente de desarrollo primera infancia en la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de UNICEF; Irma Luna Fuentes, directora de educación inicial en la Secretaría de Educación Pública de México; y Ely Harasawa, ex directora del Programa Crianza Feliz del Ministerio de Ciudadanía de Brasil.

Javier Quesada y Claudia Castro presentaron el informe, el cual incorpora comentarios y sugerencias de un taller de validación realizado en mayo donde participaron expertos de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay. El informe elaboró el perfil de competencias según roles y funciones del personal de cuidado y educación temprana, quienes principalmente son madres y mujeres pertenecientes a cada comunidad. Idealmente, los Estados podrían revisar sus programas de formación en función a este marco, y así estas competencias podrían ayudar a definir los estándares necesarios para la certificación en la región. Quesada y Castro explicaron que la idea no es imponer una estandarización del marco, sino que cada país ejecute las adecuaciones necesarias, ampliándolo y modificándolo en base a sus capacidades institucionales, necesidades particulares, rango etario, entre otros. Recalcaron que se debe dar el paso del documento a una estrategia de implementación local a través de un modelo metodológico flexible.

Yannig Dussart dio inicio al panel de discusión, destacando que está completamente de acuerdo con el mensaje de no imponer la estandarización del marco, ya que la adaptabilidad es clave para incorporar la diversidad y facilitar el intercambio de experiencias. Considera que esto es muy importante para el contexto de la región, dada la gran diversidad y heterogeneidad—aceptando que estos mismos factores presentan desafíos en materia de formación y certificación. Compartió que la creación y establecimiento de un marco no garantizan por sí solos servicios de calidad, este punto de partida se debe complementar con acciones concretas. Más adelante en la presentación mencionó que sería útil complementar este trabajo con casos específicos que permitan ayudar a los países a implementar dichas acciones. Un punto que le pareció fundamental del estudio es el enfoque en las familias, ya que considera que es necesario integrarlos en el centro del proceso educativo. También, la importancia de focalizarse en las necesidades del niño y niña, garantizando interacciones de calidad e igualitarias, fomentando el diálogo, e incluyendo las situaciones de niños en condición de discapacidad. Concluyó sosteniendo que es necesario reforzar el talento humano de la región, apoyando a los países para que puedan fortalecer los procesos de formación.

Continuó Irma Luna, enfatizando que para atender a la primera infancia con un enfoque de calidad es necesaria la formación de los cuidadores. Coincidió con Dussart sobre el rol de la familia en la educación de primera infancia, destacando que los centros educativos y el hogar no son, ni deben ser, lugares completamente separados, ya que la crianza ocurre en ambos. Continuó diciendo que un agente educativo es capaz de comprender y construir puentes con la familia. Dentro de lo que falta por hacer, Luna opinó que se deben revisar los planes de capacitación, formación y certificación de la región, fortaleciendo las capacidades para el trabajo de observación y las herramientas teórico-conceptuales para sistematizar, así como fortalecer el enfoque inclusivo y humanista. Resaltó que es necesario el reconocimiento económico y social a los agentes educativos, ya que los niños y niñas requieren profesionales comprometidos con su desarrollo. Refiriéndose al documento, Luna dijo que estas competencias reflejan con claridad las necesidades que México tiene y lo que se debe poner en práctica. Por último, reflexionó que la educación formal requiere una perspectiva diferente a la educación no formal, sin embargo, ambas requieren educación de calidad.

Por último, el panel de discusión contó con la participación de Ely Harasawa. Harasawa recalcó que la participación activa de la sociedad civil es fundamental para que las políticas públicas sean continuas, sostenibles y robustas. Enfatizó que contar con un marco de competencias es un avance y punto de partida importante para mejorar la calidad de la educación inicial. Sin embargo, el marco ilumina también nuevos desafíos, ya que cada uno de los ejes requiere esfuerzos específicos. Dentro de estos desafíos pendientes, mencionó factores estructurales y de procesos (condiciones institucionales y procesos de selección), condiciones laborales (el tipo de contratación genera mucha rotación, remuneración adecuada, carga horaria, etc.), entre otros. Luego, planteó una pregunta respecto a cuáles deberían ser los prerrequisitos mínimos para la contratación, notando que es una reflexión que se debe hacer especialmente en el caso de profesionales no calificados. Harasawa concluyó afirmando que la intersectorialidad y la intersección de políticas es clave, ya que permiten una visión más integrada para el desarrollo y una mejora en la calidad de los servicios.

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