Se abre una ventana de oportunidad para que Cuba y Estados Unidos construyan una relación funcional – Entrevista a Carlos Saladrigas

˙ Voces

Este artículo también está disponible en: Inglés

Desde hace más de 20 años el Cuba Study Group, organización sin fines de lucro integrada por líderes empresariales y jóvenes profesionales cubanoamericanos, ha contribuido en la ruta de pensar y proponer caminos posibles de relación entre Cuba y Estados Unidos. La institución ha trabajado las relaciones entre ambos países desde una óptica del empoderamiento de la sociedad civil cubana y de la comunidad cubanoamericana. Además, ha buscado contribuir a la reconstrucción del tejido empresarial privado en Cuba, y ha fomentado su interconexión con la diáspora cubanoamericana. El mes pasado este think tank ha hecho público el documento Relaciones entre Estados Unidos y Cuba en la era Biden, donde realizan una serie de recomendaciones para relanzar las relaciones bilaterales. Sobre las propuestas realizadas a la Administración demócrata, y las perspectivas de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, Lenier González ha dialogado con el empresario Carlos Saladrigas, presidente del Cuba Study Group y miembro del Diálogo Interamericano.

¿Qué peculiaridades marcan el actual momento entre Cuba y Estados Unidos? ¿Qué es distinto hoy de hace 4 años? ¿Qué problemas y qué oportunidades emanan de este contexto?

Se va configurando otra oportunidad para Cuba y para Estados Unidos. Posiblemente se trate de la mejor y última oportunidad por mucho tiempo, pues se abre una ventana de posibilidades para que ambos países logren una relación funcional, con beneficios mutuos; una relación que logre perdurar en el tiempo y se sobreponga a los futuros ciclos políticos en Estados Unidos, especialmente en Florida.

Para lograr lo anterior, debemos entender en profundidad por qué Donald Trump pudo revertir, con tanta facilidad, la inmensa mayoría de las medidas aperturistas que tomó Obama. Igualmente, se deben tomar pasos adicionales que arraiguen la relación bilateral de forma tal que, dar marcha atrás, constituya un costo político y económico alto para ambos países. Para nosotros queda claro que el débil arraigo de la política aperturista de Obama se debió a la falta de integración en el proceso de la diáspora cubana, de la sociedad civil de la Isla, y de las empresas norteamericanas en la economía cubana.

En la propuesta que han realizado a la Administración Biden se nota cierta angustia, que emana de un sentido de la urgencia por tomar pasos audaces lo antes posible. ¿Qué pasos tomar? ¿Quiénes deben tomarlos? ¿Hacia dónde?

Sentimos angustia y preocupación por que los pasos a tomar por ambos países, no se den con la urgencia y la rapidez que hace falta, debido al miedo político, a la resistencia burocrática, y a la enorme abundancia de temas prioritarios que enfrenta la Administración Biden. Es obvio que el pueblo cubano necesita y reclama estos pasos para el acercamiento bilateral con creciente urgencia. La economía cubana necesita cambios radicales, profundos, decisivos e inmediatos.

Recomendamos a la Administración Biden que, de forma urgente, revierta las medidas tomadas por Trump, que tanta penuria le han causado al pueblo cubano. Entre los principales elementos a reconsiderar se encuentran las limitaciones de viajes, las remesas familiares, el programa de reunificación familiar y la restauración de los servicios consulares. Igualmente, le recomendamos que establezca rápidamente una negociación directa con Cuba para poner de forma prioritaria sobre la mesa los temas que son fundamentales en la relación bilateral, como las propiedades confiscadas, la participación de Cuba en el Fondo Monetario Internacional y que se abra un diálogo constructivo sobre los derechos humanos. Esta vez creemos que se debe optar por los elementos más importantes y perdurables de la relación bilateral, para que el proceso tenga un arraigo más profundo y, por ende, resulte más resistente a las “contrafuerzas” políticas de ambos países.

¿Qué sería estratégico hacer (en ambas orillas) para blindar los avances que se vayan logrando contra ciclos políticos impredecibles?

Para que la relación bilateral sea perdurable es necesario arraigar la relación en una base amplia de constituyentes que perciban los beneficios de esta y la defiendan contra los ataques políticos. Es importante enfatizar que esos ataques ocurrieron tanto dentro de Cuba como en Estados Unidos y, por lo tanto, esa base constituyente debe construirse en ambas orillas.

Aunque hay muchas formas de cementar una relación bilateral, el tamaño de Cuba, tanto en volumen de población como en el tamaño de su economía, y la carencia tangible de oportunidades de inversión, le dan poca importancia a la relación; y, por otra parte, sectores políticos perciben y derivan más valor electoral deteniendo la relación que fomentándola. Es importante para Cuba apreciar el desbalance obvio que existe en esta relación. Cuba necesita muchísimo más de una relación funcional con Estados Unidos, que Estados Unidos con Cuba. Verlo de otra forma sería pueril e iluso.

Precisamente por eso, nuestra propuesta insta al gobierno cubano a tomar pasos serios y profundos que faciliten el arraigo de la relación bilateral, comenzando por reformas económicas que permitan, faciliten y fomenten la inversión norteamericana en el sector privado cubano. Un fuerte arraigo económico pudiera ser un buen punto de partida para luego, o paralelamente, desarrollar vínculos sociales y afectivos entre ambos países.

En sus propuestas, el Cuba Study Group (CSG) siempre ha puesto énfasis en que los cubanoamericanos deben ser un activo estratégico para el despegue de las relaciones bilaterales y para el desarrollo económico de la Isla. ¿Cómo hacer “operativo” este elemento en las actuales circunstancias?

Siempre hemos pensado que la diáspora cubana es parte integral de la nación. Aunque históricamente la diáspora en Estado Unidos haya sido una contraparte en una relación conflictiva, no deja de verse claro su potencial como un activo estratégico para la construcción de una economía pujante y próspera, y un futuro más abierto e incluyente para la sociedad cubana.

Muchos países han convertido a sus diásporas en inversores preferenciales. México, India, Vietnam, China y Taiwán, constituyen buenos ejemplos de cómo reintegrar las diásporas en sus economías y sociedades. Los mecanismos para lograrlo son muchos, pero todos giran alrededor de

una apertura económica clara, sencilla, confiable, y profunda; y en una bienvenida política y económica para el regreso y reintegración de la diáspora a su país, con incentivos especiales.

Le estamos recomendando a la Administración Biden que permita pronto, con licencia general, la inversión privada de sus ciudadanos en el sector privado cubano. Al mismo tiempo, le recomendamos al gobierno cubano legalizar y concederle personalidad jurídica al sector privado lo antes posible. De esta forma se lograrían formalizar las inversiones familiares que han fluido a través de estos últimos años, a la vez que se fomentaría un mayor interés en futuras inversiones.

La reintegración de la diáspora cubanoamericana en la vida y economía de Cuba ayudaría, de una forma rotunda y efectiva, en crear esa base constituyente que serviría para apoyar el proceso evolutivo de una mejor y más profunda relación bilateral, que serviría de buen presagio para la normalización plena de las relaciones, cambiando dramáticamente la dirección de los vientos políticos en el sur de la Florida.

RELATED RESOURCES: 

The Nexus of Digital Platforms and Cryptocurrency: Remittances to Cuba During the Covid-19 Pandemic

27N: claves para entender una protesta en Cuba

Will Biden Make Major Changes to US Policy on Cuba?