National Conference on Teacher Policy in Costa Rica
Workshop that seeks to promote debate on teacher policy and showcase innovative policies.
Recientemente la primera dama dijo que ella pensaba mandar a su hija a estudiar a Estados Unidos, “pero no la voy a mandar con un coyote, eso no lo haría nunca.”[1] Además, dijo, “ese dinero que pagan a los traficantes de personas, mejor úsenlo en crear mejores condiciones de vida para sus hijos acá en Honduras; no los arriesguen en esa ruta peligrosa que puede costarles la muerte.”
La interpretación a estos comentarios es múltiple. Para unos, quienes salen, es un insulto. Para otros, es muestra de un gobierno que no reconoce la magnitud del problema, y lo reta a crear condiciones para que la migración sea una opción, no una necesidad.
La primera interpretación recae entre aquellos que decidieron salir de Honduras. Esa es una apreciación personal. La verdad es que en muy sano juicio y con todas las posibilidades a mano, nadie haría uso de un coyote. Sin embargo, la primera dama asume que la situación de decidir entre quedarse o irse es sencilla. La realidad es más compleja por supuesto. ¿Será que no la han informado bien?
Para irse de manera ‘regular’ a estudiar a un país como Estados Unidos, hay que llegar a tener la vida de la primera dama y su presidente. Esa vida es muy privilegiada. Esta no es la realidad del hondureño promedio.
Al menos desde 2009, alrededor de 70,000 adultos y 10,000 menores salen de Honduras cada año. Este año son al menos 7,000. Estas personas no están saliendo por opción, sino por necesidad, por seguridad: en el 2015 hubo más de 5,000 homicidios, y lo más espeluznante es que ocurrieron en lugares de donde, precisamente, están saliendo (o huyendo) estos ciudadanos. Al hacer un mapeo por municipio de los índices de violencia y la tendencia migratoria, la correlación es altísima, ¿será coincidencia?
Una encuesta reciente realizada por Borge y Asociados mostró que 40% de las personas cree que la inseguridad es el problema más urgente del país, y 12% afirma haber sido víctima de las maras. Sin embargo, al cruzar esta pregunta con aquellos que dicen tener un familiar en el exterior, 66% de aquellos que han sido víctimas también tienen un familiar que ha emigrado. ¿Es otra coincidencia?
Fuente: Borge & Asociados, 2016.
De igual manera, en los lugares de donde emigran las personas, la mayoría tiene ingresos inferiores a US$200 mensuales. En la misma encuesta de Borge y Asociados, por ejemplo, el 52% de los encuestados tenía ingresos inferiores a US$200 mensuales. Sí, este ingreso es similar a tres cenas para dos en un restaurante como Factory Stakehouse. Otra realidad es que menos de la mitad de los que emigran utiliza un coyote porque no tiene los recursos. Quien lo utiliza, hace un análisis costo-beneficio muy racional. Aunque la lógica sea tal vez incorrecta, una inversión de US$6,000 para emigrar a otro país le podría dar trabajo con un ingreso diez veces superior al que tiene actualmente; ello, contra una inversión en la economía informal hondureña (que representa a más del 70% del empresariado hondureño) que no le va a dejar más de dos salarios mínimos de ingreso.
Dada la magnitud de la emigración hondureña y sus causas, más que constatar o señalar con el dedo la negligencia del gobierno o el atrevimiento de la ignorancia ante una realidad tan dura como esta, hay que pensar en soluciones. El comentario de la primera dama es muy importante en este sentido ya que la respuesta del gobierno sigue siendo limitada.
La prevención de la migración empieza con el cambio económico del país, de manera que la decisión de salir sea una opción entre muchas y no la única alternativa. Esto significa mejorar la calidad de vida de los hondureños mediante una reconsideración de las perspectivas de desarrollo con un enfoque en el capital humano, en vez de la producción, y que use la calidad de vida de una familia como la del presidente y la primera dama como un estándar, o un benchmark.
El liderazgo se logra con el ejemplo, y el reto del gobierno y su presidente está en crear las condiciones para que cada hondureño perciba ingresos 10 veces superiores a los del presente. Y es posible.
El enfoque económico es clave porque la inseguridad del país está ligada a la presencia de un ecosistema de crimen organizado que persiste ante altos niveles de rentabilidad económica frente a una economía informal o exportadora en agricultura o maquila.
Honduras es un país cuya economía gira en torno a tres polos económicos, todos dentro de un marco de mano de obra no calificada. Un polo es la agro-exportación o maquila de bienes de bajo valor que no permite que uno tenga ingresos superiores a los US$300 mensuales.
Por ejemplo, las exportaciones hondureñas constituyen un 40% del PIB, concentradas en textiles y agricultura, como el café, que genera US$1,000 millones y emplea a más de 500,000 personas. De hecho, Naciones Unidas estima que Honduras tiene uno de los índices más bajos de diversidad exportadora. [2]
Además, este sector está controlado por un sector privado compuesto de algunas familias, las cuales por las circunstancias del modelo económico, tienen ingresos altísimos y pertenecen a grupos más adinerados cuya brecha con el resto del país es inmensa.
Fuera del sector exportador está la economía informal, compuesta de una población no educada, no calificada y no bien pagada. Mientras al menos 60% de las empresas en Honduras son informales, sólo el 24% de la fuerza laboral trabaja en este sector, [3] y su contribución al PIB es bajísima porque el rendimiento de estas empresas está basado en actividades unipersonales y en mercados altamente saturados. Ello produce altos niveles de pobreza o subempleo, y se refleja en que 60% de los hondureños está sub-empleado. [4]
Paradójicamente, hay una fuente de crecimiento económico proveniente de la migración, la misma a la cual la élite gobernante critica. El 17% del ingreso nacional proviene de las remesas, pero existen otras fuentes de ingreso como la inversión informal de los migrantes y la importación de productos nostálgicos que, en conjunto, pueden llegar a representar más del 25% del PIB.
El crecimiento de Honduras basado en la agricultura y la maquila no es viable para mejorar la calidad de vida del hondureño, para vivir como la familia del señor presidente. El cambio está en el enfoque en el capital humano, en las condiciones que cambian la calidad de vida.
El problema migratorio es un problema económico basado en una baja productividad. Por tanto, es importante expandir la inversión en capital humano, en la fuerza laboral que refuerce el capital humano, ejerza cambios en la informalidad de la economía, promueva la innovación y, en especial, que se acompañe de herramientas que ayuden a aprovechar las remesas en la promoción de desarrollo.
Inversión en capital humano desde la niñez. Es importante adoptar una estrategia integral en el ámbito educativo que apunte a una mejora en la calidad, un aumento en la matrícula y un número creciente de estudiantes de secundaria que acceda a universidades o centros técnico-vocacionales. Los centros vocacionales son típicamente instituciones de enseñanza precarias con un currículo limitado y poca oferta en cuanto a carreras disponibles.
El enfoque adecuado respecto a la construcción de capital humano debe complementar lo que ya existe y lo que han hecho los gobiernos. Se debe promover el apoyo del sector privado en educación extra-escolar, de manera que se expanda la calidad y los resultados de los centros vocacionales, a la vez que se creen incentivos para que los padres inviertan en la educación de sus hijos.
Tratar el volumen de personas que están emigrando debería ser una prioridad. No se trata simplemente de evitar que la gente se vaya, sino de darle oportunidades reales.
Como uno de sus hitos hay que mejorar el desempeño escolar y acompañar al menos al 5% de los estudiantes en secundaria a subir en la escalinata de desarrollo. Esto quiere decir trabajar con aquellos que tienen bajos rendimientos. La participación de gobiernos y sociedad (incluidos los padres de familia y el sector privado) es necesaria dentro de esta estrategia.
La educación complementaria a la escuela asegura la permanencia escolar, así como un aprendizaje más sólido. Con mejores centros de tutorías, vocacionales y con cercanía a sus viviendas las familias tendrán un mejor incentivo para invertir y mantener la educación de sus hijos.
Inversión en capital humano dentro de la fuerza laboral. La fuerza laboral actual carece de herramientas sustanciales para competir en la economía global. La inversión en economías del conocimiento es clave para expandir las herramientas (cualidades) de la fuerza laboral. La economía del conocimiento es aquella conformada alrededor de un ecosistema compuesto por un capital humano adecuadamente formado e informado; esto incluye conocimientos, educación, habilidades de aprendizaje, capacidad de innovar y de adaptarse a las normas sociales modernas. Se alimenta de redes sociales y de conocimiento para crear valor tangible e intangible. [5] En otras palabras, hay que crear una ventaja comparativa del ecosistema del conocimiento frente el ecosistema del crimen organizado.
Crear intermediación financiera para la educación. La estrategia de inversión deberá contribuir a crear un mercado de intermediarios en la economía del conocimiento que satisfaga las demandas sociales de sus estudiantes y fuerza laboral.
Este mercado incluye el financiamiento a emprendedores del conocimiento (docentes, capacitadores, tutores, consejeros, consultores en innovación, tecnólogos, analistas, entre otros), crédito a estos emprendedores y un estado que facilite la inversión en conocimiento.
Uno de los nodos que conforma este mercado son las tutorías privadas y los centros vocacionales que operen mediante iniciativas público privadas que brinden servicio a al menos un 2% de la fuerza laboral, y a un 10% del bloque estudiantil de primaria y secundaria. O bien, dos veces el número de personas que están buscando migrar. De esta manera, además, se incorpora aquel sector migratorio como una meta clave.
Si existe una oferta educativa viable, los padres invertirán en ésta, y para ello hay que crear el mercado de intermediación financiera para la educación.
La innovación es el camino estratégico que abre espacio a oportunidades más allá de lo convencional y conocido y, sobre todo, más allá del modelo de crecimiento tradicional. La lógica es evidente: el crecimiento dentro del contexto actual es precario; por tanto, explorar aproximaciones innovadoras para aumentar la productividad y la equidad es tema central.
Pensar acerca de estos temas incluye debatir el significado de la innovación y conlleva explorar soluciones prácticas en áreas como bajar el costo de ciertas tecnologías (por ejemplo, el acceso incremental a internet, tecnologías para pagos, así como disminuir el costo de internet) y la inversión en tecnología agrícola. Por ejemplo, en algunos países existen discusiones relevantes en cuanto a educación donde el tema innovación permanece al margen, en parte porque las autoridades involucradas piensan que la innovación sólo importa en las economías industrializadas, cuando lo cierto es que es clave para superar los problemas actuales de Honduras.
La migración ha generado una importante fuente de ingreso a la región, que como se mencionó anteriormente llega a más del 20% de su PIB. Sin embargo, no se han desarrollado muchas políticas ni estrategias para vincular estos lazos económicos con el desarrollo. Una aproximación propuesta para vincular migración y desarrollo podría incorporar cinco componentes de manera única e innovadora:
Estas estrategias, interdependientes, comparten un vínculo tanto con migración como con desarrollo, y se complementan para construir activos para la sociedad.
La educación financiera, y en especial la inclusión financiera que promueve, es una meta por sí sola gracias a que formaliza millones de dólares en ahorros de miles de hogares receptores de remesas. Estos recursos pueden, a su vez, ser apalancados para promover inversión en la economía del conocimiento y el comercio nostálgico. Este apalancamiento puede lograrse convirtiendo los ahorros (captados en programas de educación financiera) en créditos para emprendedores de la economía del conocimiento y productores de bienes nostálgicos.
La demanda de la diáspora por productos de su país de origen puede ser apalancada para promover una producción de calidad de estos productos especializados, beneficiándose así de los ahorros creados gracias a la educación financiera. Aún más, la filantropía de la diáspora se puede ligar a los servicios en educación como lo son los programas educativos fuera de horario escolar en áreas de alta emigración.
El objetivo ultimadamente consiste en contar con una masa crítica de personas que ahorren, que inviertan en educación y, sobre todo, que contribuyan al desarrollo humano y económico en cada uno de los países, mientras estos transitan hacia economías basadas en el conocimiento.
Esta forma de hacer las cosas es de una importancia fundamental, ya que abarca varias necesidades estratégicas. En primer lugar, integra la inversión de capital migrante y los ahorros de quienes reciben remesas al sector financiero formal, para además movilizar estos recursos para el desarrollo local y la educación. En segundo lugar, la estrategia expande y complementa – y esto no quiere decir reemplaza – las aproximaciones actuales al desarrollo económico regional, a la vez que impulsa un nuevo modelo para la muy necesaria inversión en servicios para la economía global.
La inversión en la promoción del ahorro y la educación, como estrategias de negocio, llevará a la creación de oportunidades de trabajo y, en especial, a poder competir en la economía del conocimiento.
Como ejemplo, el presidente y la primera dama pueden promover un programa nacional de educación financiera en alianza con los principales bancos que pagan remesas (Atlantida, Ficohsa, Occidente) y las cooperativas, a través de su federación, Facach. Este programa alcanzaría a una tercera parte de los hogares receptores de remesas y formalizaría los ahorros de unas 50 mil familias, creando depósitos por US$50 millones.
En Honduras, más de la mitad de los receptores de remesas (al menos 500,000 personas) tienen una capacidad de ahorro de más de US$1,000. La gran mayoría de estos ahorros se encuentran de manera informal, debajo de la almohada. Una estrategia gradual de cinco años para formalizar los ahorros de 50,000 personas anualmente generaría recursos para brindar créditos en el mercado del conocimiento (a tutores, maestros, etc.).
Además, involucrar a la diáspora puede atraer recursos de más de medio millón de personas migrantes dispuestas a invertir en la educación. El impacto será un aumento en el crecimiento económico, pero el cambio será también en el modelo económico que ya no sólo dependerá de una fuerza laboral poco calificada.
Migración y Homicidios en Honduras, por municipalidad (2015)
Indicadores de Actividad Económica Migrante, 2012
Fuente: Orozco and Yansura, Migration and Development in Central America: Perceptions, Policies, and Further Opportunities, Inter-American Dialogue, 2013.
[1] Cálix, Darío. “Ana García: ‘Nunca mandaría a mi hija con un coyote.’” Tiempo Digital. 3 Agosto 2016.
[2] UNCTAD STAT. Available at: https://unctadstat.unctad.org
[3] For more information, see https://economiainformalhn.blogspot.com/
[4] Lefebvre, Stephan. Honduras: IMF Austerity, Macroeconomic Policy, and Foreign Investment. Center for Economic and Policy Research, Sep. 2015. https://cepr.net/documents/Honduras_IMF-2015-08.pdf. “Visible Underemployment includes those who worked less than 36 hours in the reference week and expressed the desire to work more hours. Invisible underemployment includes those who worked 36 hours or more in the reference week but who nevertheless earned less than the minimum wage.”
[5] Hanushek, Eric, The Knowledge Capital of Nations: Education and the Economics of Growth, Cambridge: MIT, 2015.
Workshop that seeks to promote debate on teacher policy and showcase innovative policies.
PREAL reviews broad spectrum of its activities and discusses priorities for improving education policy in the coming year.
Progress of Latin American countries and the Caribbean towards the six Education for All goals.