Centroamérica debe apostar por la educación para impulsar su desarrollo

˙ PREAL Blog

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El Quinto Informe Estado de la Región, presentado el pasado 3 de agosto en Ciudad de Guatemala, da seguimiento a las principales tendencias demográficas, sociales, económicas, políticas, ambientales y al tema de la integración regional en Centroamérica. El Informe incluye un capítulo especial sobre educación en el que se analizan temas como la exclusión social de los jóvenes de 15-24 años, los procesos de formulación, aprobación e implementación de las políticas educativas, las brechas territoriales, por grupos de edad e ingresos en esta materia y el financiamiento público de la educación y la evolución de las coberturas durante el periodo 2000-2014.

Al hacer una fuerte apuesta por la educación, el Informe parte de la premisa de que un amplio acceso de las personas a una educación de calidad es una condición necesaria, aunque no suficiente, para que la región eleve la productividad de sus economías, mejore la equidad social e impulse la habilitación ciudadana que, a su vez, conduzca al fortalecimiento de la democracia. Específicamente, el Informe propone mejorar la cobertura y la calidad de la educación – lo que en la mayoría de los países supone ampliar la inversión en este rubro – e implementar sistemas de gestión por resultados, a fin de que la educación se constituya en el principal mecanismo para asegurar el bienestar de las actuales y futuras generaciones.

En el fondo, el dilema es cómo romper el círculo vicioso del crecimiento económico basado en la pobreza (poverty-led growth), cómo superar la trampa de los equilibrios de bajo nivel. Para ello, primero hay que entender en qué consiste esa trampa: históricamente, las sociedades centroamericanas han tenido economías en las que se combinan una baja productividad y empleos muy mal remunerados, debido al escaso nivel educativo de la población, pero por esta misma razón no se han emprendido transformaciones para avanzar hacia dinámicas productivas de mayor valor agregado.

¿Qué ha cambiado? ¿Por qué los Estados, el sistema político y la región en su conjunto deben revalorizar el potencial de la educación y emprender acciones para aprovecharlo? En primera instancia porque las ocupaciones que más aportan a la productividad y a los ingresos de las familias son las que demandan algo más que educación secundaria y la escolaridad promedio de cerca del 60% de la población económicamente activa es de seis años o menos.

La situación es aún más crítica si se considera que en 2014 seis de cada diez jóvenes de entre 15 y 24 años estaban excluidos del sistema educativo. Particularmente graves son los casos de Guatemala y Honduras, donde cerca de dos terceras partes de los jóvenes no estudian ni trabajan, o solo trabajan. Estos dos países concentran el 56% de la población regional de 15 a 24 años, de modo que su desempeño afecta los resultados del Istmo en su conjunto y limita las oportunidades de desarrollo de un total de 5,4 millones de jóvenes que hoy están fuera de las aulas. Desde esta perspectiva, su atención adquiere un carácter prioritario y estratégico para Centroamérica.

Si bien invertir en las personas es clave para una región cuya principal riqueza es su gente, el Informe muestra que, pese a los incrementos que ha tenido la inversión social en los últimos años, el gasto que la mayoría de los países destina a la educación sigue siendo bajo con respecto al promedio de América Latina, los países de la OCDE y el mundo. A la postre, los resultados no solo son coberturas insuficientes, sino también sistemas educativos con profundas desigualdades internas y baja calidad, tal como lo confirma el desempeño de los estudiantes centroamericanos en las recientes pruebas del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce), de la Unesco.

Durante el período 2000-2014 la región logró mejoras en la mayoría de los indicadores educativos. Aunque el ritmo de progreso y la situación actual de los países son distintos, en la evolución reciente de todos (o casi todos) ellos se observan elementos comunes, como los siguientes:

  • La educación está más presente en el discurso público, lo que ha facilitado un mayor financiamiento y cierta mejoría en los indicadores de desempeño.
  • Los documentos de política educativa no definen metas claras, plazos de cumplimiento, recursos y mecanismos de seguimiento y evaluación que aseguren el logro de los objetivos propuestos.
  • Las tasas de cobertura de la educación primaria son elevadas, casi universales, pero se reducen significativamente en preescolar y secundaria, sobre todo en la secundaria alta o educación diversificada.
  • Los resultados de las pruebas TERCE alertan sobre la baja calidad de la educación en primaria, pues la mayoría de los estudiantes de tercer y sexto grados de los países centroamericanos evaluados (todos excepto Belice y El Salvador) se ubicó en los niveles más bajos de rendimiento.
  • Más de la mitad de los jóvenes de 15 a 24 años está fuera del sistema educativo y buena parte de ellos se dedica a trabajar en puestos de baja calidad y remuneración.

Más allá de estos factores compartidos, como se dijo, la situación varía significativamente entre un país y otro, realidad que está determinada no solo por la magnitud del esfuerzo realizado en la última década y media, sino también por sus puntos de partida al inicio del presente siglo y las respectivas dinámicas poblacionales. Por ejemplo, mientras en Costa Rica y Panamá el período de bono demográfico concluirá en 2020, El Salvador tendrá diez años más (hasta 2030), en Honduras, Nicaragua y Belice se ampliará hasta 2035 y en Guatemala hasta 2050.

Además existen notables brechas en la inversión y la inclusión educativas entre Costa Rica y Panamá, por un lado, y el resto de los países, por el otro. Las naciones que más invierten son las que tienen mayores coberturas y menores proporciones de población excluida. Así, en Costa Rica y Panamá alrededor de la mitad de las y los jóvenes de 15 a 24 años se dedica exclusivamente a estudiar, en tanto que en Guatemala y Honduras lo hace apenas cerca de una cuarta parte. El Salvador y Nicaragua están en una situación intermedia, con un 44% que solo estudia.

Las diferencias en cobertura, aprobación y abandono escolar son aún mayores a lo interno de los países, especialmente entre las zonas rurales y las urbanas, pero también entre el centro y las áreas costeras y fronterizas. Si no se logra reducir o cerrar esas brechas, será difícil avanzar en los indicadores agregados a nivel nacional, cumplir con los compromisos internacionales y alcanzar los objetivos de mayor desarrollo y bienestar para la población.

Esta diversidad, sin embargo, no implica que la posición de cada país es única, excepcional, y que, por tanto, en materia de educación existen seis realidades distintas en Centroamérica. Por el contrario, las situaciones y perspectivas de las naciones del Istmo pueden agruparse en tres “situaciones estratégicas de educación”.

Una situación estratégica no describe exactamente a un país en particular, sino rasgos fundamentales, estilizados, de una realidad que pueden ser compartidos por varias naciones. El análisis basado en este recurso facilita la comprensión de la evolución educativa desde una perspectiva comparada, a partir de los elementos comunes y las diferencias entre los países, con visión de conjunto y no de manera aislada, para valorar los márgenes de maniobra y esfuerzos que las autoridades educativas de cada nación enfrentan y el tipo de desafíos que deben resolver.

La primera situación estratégica es propia de un sistema educativo maduro, con una base de financiamiento amplia y logros en materia de acceso. Este sistema educativo no ha resuelto, sin embargo, tres problemas importantes: ofrecer servicios de alta calidad, universalizar la enseñanza secundaria y elevar el perfil educativo de la fuerza laboral. Para alcanzar esas metas tiene un margen de maniobra temporalmente limitado, pues el período de bono demográfico se agotará en la presente década.

En estas circunstancias, los avances dependen, ante todo, de un uso más eficiente y eficaz de los actuales recursos técnicos y financieros del sistema, pues es poco probable que se den expansiones futuras en la inversión sectorial. Elevar la calidad de la educación implicará la combinación de múltiples y diversas acciones, como mejorar la formación docente, revisar los programas de estudio y los métodos de enseñanza, y fortalecer las condiciones materiales (infraestructura y recursos didácticos) de los centros educativos y los sistemas de evaluación, entre otras. El país que más se acerca a esta situación es Costa Rica.

La segunda situación estratégica caracteriza a los sistemas educativos que aquí se denominan “mixtos”, dado que combinan rasgos propios de la primera situación, con menores logros y capacidades institucionales. La inversión, las coberturas y la calidad son más bajas. Esto hace que sea mayor el esfuerzo necesario para mejorar los indicadores de desempeño educativo y cumplir con los compromisos internacionales en esta materia. No obstante, a diferencia de los sistemas maduros, en este caso los márgenes de maniobra que brinda la transición demográfica también son mayores, pues la conclusión del bono demográfico no es tan inminente.Panamá, El Salvador y Belice son las naciones que más se acercan a esta situación.

La tercera situación estratégica caracteriza a los sistemas educativos incipientes, rezagados en todos los ámbitos, tanto en el contexto centroamericano como en el latinoamericano. En estos, una institucionalidad débil y un nivel de desarrollo medio-bajo se correlacionan con una escasa inversión pública, bajos o muy bajos niveles de cobertura, sobre todo en el tercer ciclo y la enseñanza media, y una muy deficiente calidad de la educación. En estas condiciones el esfuerzo que debe hacerse para mejorar el acceso, la equidad y la calidad de la educación es muy grande. El principal reto es lograr un aumento sustantivo de la inversión, a fin de ampliar decisivamente la cobertura y elevar la calidad de la educación. También son necesarias acciones de política económica que generen una demanda material para la reforma educativa.

En el contexto socioeconómico hay factores que incentivan una reforma educativa, pero también otros que la desalientan. Por una parte, las autoridades tienen un margen de maniobra más amplio para introducir ajustes, debido a que los países se encuentran en etapas relativamente tempranas de la transición demográfica. Sin embargo, la concentración de las actividades económicas y el empleo en sectores de baja productividad no ofrecen, en el corto plazo, las condiciones necesarias para expandir de modo significativo los horizontes de crecimiento económico y desarrollo. Los países que más se aproximan a la tercera situación estratégica, aunque no plenamente, son Guatemala, Honduras y Nicaragua. 

En Centroamérica “más de lo mismo” o “no hacer nada nuevo” en educación implicaría agudizar los problemas de pobreza, exclusión y violencia social que este Informe documenta en detalle y ubicaría a Centroamérica en una posición de mayor rezago frente al resto de América Latina y otras regiones del mundo. Además ampliaría las ya profundas brechas intrarregionales, no tanto por el rápido progreso de los países que tienen mejor desempeño, sino por la postergación de los más rezagados. La necesidad de actuar con sentido de urgencia para mejorar la cobertura, calidad y pertinencia de la educación, en un contexto fiscal tan complejo como el que hoy tiene el Istmo, coloca el protagonismo en los sistemas políticos nacionales y sus Estados. La institucionalidad de la integración puede ser también una herramienta complementaria, que provea espacios de encuentro para el intercambio y el apoyo recíprocos, en el esfuerzo por alcanzar esos objetivos.

Estratégicamente, la cuenta regresiva que supone el agotamiento del bono demográfico obliga a los países a  introducir ajustes de fondo en sus estilos de desarrollo y crear una institucionalidad pública más eficiente y robusta, capaz de materializar el potencial del capital humano que hoy se desaprovecha. No enfrentar estos retos también convertiría en frustración esta enorme oportunidad que hoy tiene Centroamérica para impulsar su crecimiento económico y desarrollo humano sostenible.

Los textos completos del Informe así como los estudios que sirvieron de insumo para su elaboración, estadísticas, materiales audiovisuales y otros productos de información, están disponibles en el portal www.estadonacion.or.cr.

*Alberto Mora Román es el Coordinador de Investigación del Quinto Informe Estado de la Región

Crédito de la imagen: Amareto_ / Flickr / CC BY-NC 2.0