¿Estirando la seguridad nacional para hablar de educación?

˙ PREAL Blog

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Un informe reciente del Consejo de Relaciones Exteriores presidido por la Ex-secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el Ex-canciller Escolar de la Ciudad de Nueva York, Joel Klein, argumenta que “la crisis de educación [de los EE.UU.] es una crisis de seguridad nacional.” Al citar las asombrosas cifras de altas tasas de deserción escolar y del bajo desempeño en pruebas internacionales estudiantiles, el informe afirma que el fracaso del país en educar adecuadamente a sus hijos pone en riesgo su capacidad de mantener un ejército fuerte, un servicio de inteligencia bien nutrido, una economía saludable, y un cuerpo diplomático eficaz. Aunque vincular la educación con la seguridad nacional puede atraer la atención pública a los problemas de las escuelas estadounidenses, ¿no estaremos estirando el término de seguridad nacional?

Durante la última década, la seguridad nacional se ha convertido en un término cada vez más elástico. En 2010, dos ex-directores de la Junta de Jefes de Estado Mayor argumentaron en un artículo del Washington Post que la obesidad es un problema de seguridad nacional, debido a la gran cantidad de jóvenes con sobrepeso que no pueden cumplir con los rigurosos requisitos físicos de las Fuerzas Armadas. Tal como lo demuestran los artículos del New York Times, la obesidad se sumó a los subsidios agrícolas, la reforma de las políticas de inmigración, e incluso al tema de la industria automotriz nacional, convirtiéndose en temas que los legisladores no pueden considerar sin hablar de posibles ataques terroristas o de los intereses internacionales de los Estados Unidos.

Se puede argumentar que la educación es un asunto de la seguridad nacional, pero hay que evitar que el término tienda a incluir todo y a hacer ver todo como importante. El uso acentuado del término en el informe y el fuerte enfoque en las necesidades militares y del servicio de inteligencia, eclipsan la discusión de temas educativos más importantes para el lector promedio o en el titular de un periódico. Entre ellos figuran la competitividad económica, la participación cívica y el bienestar individual de los estudiantes y de sus comunidades futuras.

La preocupación de que ésta no es la manera correcta de hablar de la educación no quiere decir que las tres recomendaciones (PDF) claves del informe están completamente erradas. Las dos primeras – fortalecer y ampliar los estándares del Common Core y promover la libre elección de escuelas – son exactamente las que el país necesita para transformar el sistema educativo y mejorar el desempeño de los estudiantes y docentes. Pero estas ideas no son nuevas, y son igualmente válidas sin tener en cuenta la seguridad nacional.

Sin embargo, la recomendación final del informe parece demostrar, particularmente, la pretensión de estirar el manto de la seguridad nacional. Pues, llama a la realización de una «auditoría de capacidad de la seguridad nacional» administrada por el Departamento de la Educación para medir factores educacionales, tales como las tasas de graduación, el número de estudiantes que aprueban las clases del Common Core, y el desempeño de los estudiantes en habilidades de «seguridad nacional», como lenguas extranjeras y la programación informática. Aunque se necesitan evaluaciones nacionales de desempeño para mejorar el sistema educativo – incluso sobre estos temas que son más específicos –, implementarlas de forma explícita por el bien de la seguridad nacional hace perder de vista las razones más importantes que justifican el aprendizaje estudiantil.

El informe concluye con el argumento de que el discurso público actual, el descontento económico y el consenso político en torno a la educación hacen del presente «un momento sin igual para cambiar la forma en que los Estados Unidos educan a sus hijos – y para lograr reformas transformadoras a un nivel nunca antes alcanzado en el sistema escolar”. Estoy de acuerdo. Pero podemos hacerlo sin estirar demasiado el concepto de la seguridad nacional o poner en peligro el orden de nuestras prioridades.

Imagen: Texto añadido al foto de Ron Levine/Photodisc/Getty Images.