¿Qué esperar del sector energético bajo Lula?

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Foto de panelistas

Con la elección de Luiz Inácio Lula da Silva para un tercer mandato, es probable que el futuro de la política climática y energética en Brasil se alejen de manera contrastante de la del presidente saliente Jair Bolsonaro. Para explorar los planes de Lula, el Diálogo Interamericano organizó el evento en línea "Poder en Brasil: política energética post-elecciones" el 8 de noviembre de 2022. Daniela Stevens, directora del programa y moderadora del evento, ofreció comentarios de apertura, presentó al panel de expertos, y procedió a indagar qué se puede esperar de las políticas climáticas, de energía renovable y de combustibles fósiles de Lula. 

James Ellis, jefe de investigación para América Latina de BloombergNEF, espera una mayor participación estatal en la economía para Eletrobras, la compañía eléctrica recientemente privatizada, y para la compañía petrolera estatal, Petrobras. Aunque Lula se opuso a la privatización de Electrobras, el acuerdo incluye disposiciones que harían una renacionalización costosa y legalmente difícil. En ese sentido, los panelistas coincidieron en que es muy poco probable que Lula intente revertir la privatización. Si bien Bolsonaro también esperaba privatizar Petrobras, solo logró la venta de los activos menos lucrativos como la refinación. Ellis destacó que mientras Petrobras continuará enfocándose en su negocio principal, Lula revertirá la tendencia de reducir las operaciones de la compañía. Además, señaló que el enfoque actual de la compañía en la producción en la región presalina es aún lucrativo, pero podría dejar a la compañía expuesta a cambios radicales en la economía global en las próximas décadas.  

Décio Oddone, director general de Enauta, coincidió en que, con un nuevo director general y un cambio de dirección bajo Lula, la producción en los campos petroleros presal continuará, pero la empresa también podría optar por aumentar la capacidad de refinación, energías renovables y biocombustibles. Independientemente, comentó Oddone, el papel del petróleo y el gas en la economía seguirá aumentando. En la actualidad, el país produce cuatro mil millones de barriles por día (bpd), cifra que podría aumentar a cinco o seis mil millones bpd al final de la década. Esta producción seguirá apoyando la estabilidad fiscal brasileña en los próximos años.  

Roberto Ardenghy, director ejecutivo del Instituto Brasileiro de Petróleo e Gás, reconoció que los altos precios de los combustibles han sido un tema polémico a nivel internacional este año y que también ejercieron una influencia considerable en las elecciones de Brasil. Para aliviar las tensiones sociales y reducir los precios, el Congreso redujo los impuestos al valor agregado de los combustibles a principios de 2022. Dado que esa palanca política ya se utilizó, Ardenghy ve pocas opciones para mantener los precios bajos, especialmente dado que muchos estados dependen financieramente de los impuestos sobre el combustible. Si bien Lula ha difundido incansablemente sus planes para desvincular los precios nacionales de las fluctuaciones internacionales, según Ardenghy, la complejidad del mercado brasileño y la diversidad geográfica complican la realización de esta política. En Brasil, la gasolina y el diésel están fuertemente mezclados con etanol y biodiesel; por lo tanto, implementar una política de control de precios es un desafío técnico. Además, ciertas regiones importan mucha más gasolina y diésel que otras. Por ejemplo, el norte importa mucha más gasolina que el sur, que alberga una alta concentración de actividad de refinación. Por lo tanto, los controles de precios podrían crear problemas para las regiones importadoras. Regionalizar los precios de los combustibles podría ser más factible, y el gobierno de Lula ha comenzado a estudiar dicha posibilidad.   

En cuanto a las energías renovables, Camila Ramos, Fundadora y Directora General de Clean Energy Latin America (CELA), destacó la creciente presencia de energías renovables no tradicionales en la matriz eléctrica del país. Si bien Brasil solía depender mucho de la energía hidroeléctrica, dicha dependencia ha disminuido gradualmente de alrededor del 80 por ciento al 52 por ciento en la matriz eléctrica actual. Ramos no prevé perspectivas de crecimiento hidroeléctrico en el futuro, principalmente porque la mayor parte del potencial hidroeléctrico sin explotar se encuentra en áreas protegidas en la Amazonía. En contraste, las adiciones de energía eólica y solar se han disparado; en 2021, el 77 por ciento de las nuevas adiciones de energía provinieron de estas dos fuentes. Aunque problemas en la cadena de suministro están aumentando el gasto de capital de los proyectos renovables, las energías renovables siguen siendo la fuente de energía más barata en Brasil. Bajo la nueva administración, las energías renovables podrían crecer aún más rápido si Lula aumenta los compromisos en la contribución determinada a nivel nacional (NDC) de Brasil o implementa nuevos incentivos. A mediano plazo, el gas también seguirá desempeñando un papel en la red eléctrica, especialmente porque el acuerdo de privatización de Electrobras exige la contratación obligatoria 8GW de capacidad termoeléctrica a gas natural.  

Por último, los panelistas discutieron las perspectivas de la política climática bajo Lula. La diplomacia climática jugará un papel importante en la administración Lula, y los actores internacionales ya han comenzado a responder. Por ejemplo, Alemania y Noruega ofrecieron de inmediato reabrir el Fondo Amazonía. Sin embargo, ante la oposición del Congreso y la agroindustria y las preocupaciones presupuestarias, Ellis explicó que no está claro si Lula encontrará financiación para algunas de sus ambiciones climáticas. Independientemente, el historial de política climática y ambiental de Bolsonaro sentó un precedente tan terrible que, incluso si Lula logra solo una fracción de sus propuestas, sus acciones marcarán un cambio significativo en la trayectoria climática del país. 

De cara al futuro, los panelistas acordaron que es probable que Lula aproveche la capacidad de Brasil para implementar nuevas tecnologías como la energía eólica marina y el hidrógeno verde. Ramos enfatizó que Brasil tiene 600GW de potencial eólico marino de alta calidad; sin embargo, todavía le quedan 700GW de energía eólica terrestre sin explotar, lo que hace que la energía eólica marina sea menos competitiva a corto plazo. Sin embargo, Ellis destacó que, a largo plazo, con el marco regulatorio adecuado, la energía eólica marina podría ser altamente competitiva y Petrobras podría desempeñar un papel clave en su desarrollo dada su experiencia en alta mar y en aguas profundas. Ramos y Ellis destacaron el potencial de Brasil para exportar hidrógeno verde; según modelos de Bloomberg, Brasil tiene el potencial de producir el hidrógeno verde más barato del mundo basándose únicamente en sus fuentes eólicas terrestres. Finalmente, Ardenghy agregó que el petróleo y el gas están para quedarse en los próximos años, por lo que el próximo desafío climático clave para la administración Lula es reducir las emisiones existentes en sectores intensivos en carbono, además de continuar con el despliegue de energías renovables. 


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