Por qué Fidel destruyó su propio legado

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Nadie puede negar Fidel Castro su lugar en la historia. Era la figura política más importante en América Latina tal vez desde Cristóbal Colón en 1492. La pregunta es hasta qué punto su legado será el de unos sueños osados y unas transformaciones progresistas o por el contrario, un relato de opresión y de estancamiento para Cuba.

Fidel impuso su voluntad sobre casi todos los aspectos de la vida en la isla. Porque nunca admitió en que los cubanos pudieran tener ningún derecho político; tuvo éxito en el desmantelamiento del viejo orden político, poniendo fin a la hegemonía de Estados Unidos sobre Cuba y redujo las enormes desigualdades de rentas y oportunidades.

Estos avances se dieron sobre todo en su primera década en el poder. Se estableció el legado de Fidel, pero él nunca pensó en dejar el poder. Si lo hubiera hecho, los cubanos habrían tenido la oportunidad de utilizar la mejor educación y salud de América Latina para construir una gran nación moderna.

En cambio pasaron los años y Cuba quedó congelada en el tiempo. El nuevo orden de Fidel se convirtió en un orden viejo. Su triunfo revolucionario inspiró muchos movimientos de la izquierda y de las guerrillas en la región. Sólo uno de tuvo éxito: en Nicaragua, donde hoy un envejecido aunque popular líder revolucionario ha establecido una dinastía familiar similar a la que él derrocó.

En muchos países, los movimientos de izquierda, y en particular las insurgencias armadas, crearon una atmósfera cuyo resultado condujo a golpes de Estado y a regímenes brutales, a menudo con apoyo de Estados Unidos. Aunque sea injusto culpar a Fidel, él fue un elemento clave en la mezcla explosiva que dio lugar a tales tragedias.

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