Migración, Pobreza y Remesas en Nicaragua

Adam Cohn / Flickr / (CC BY-NC-ND 2.0)

El que, de acuerdo con las cifras oficiales del Inide, la pobreza en Nicaragua haya caído más de 10 puntos porcentuales entre el 2010 y el 2014 (de 42% a 29% de la población), y mientras las mediciones de Fideg muestran una disminución más lenta donde la pobreza se mantiene en 39%,  deja muchas interrogantes. ¿Será cierto? ¿cuáles son las causales o determinantes? ¿se puede vivir sin pobreza con un mínimo de dinero?  La pobreza es un concepto bastante amplio que tiene vida de acuerdo con su medición pero que a veces no refleja acertadamente la relación entre ingreso y gasto. 

Actualmente el ingreso per cápita es de $170 mensuales o $5 diarios, un dólar más de lo que era en el 2010 cuando el índice de pobreza era del 39% y abarcaba a 2.4 millones de personas.  Estos son ingresos tremendamente bajos, especialmente si se toma en cuenta también la distribución del ingreso, muchos no ganan esas cantidades.  Sin embargo ¡resulta difícil aceptar que un aumento de US$1 diario redujo la pobreza de 665,000 personas!

Muy en el centro de esta discusión sobre la pobreza está la migración.  La migración, y las remesas en particular, se han constituido en factores que mantienen a mucha gente viviendo fuera de la pobreza. Los hogares receptores de remesas están percibiendo más que el promedio per cápita gracias al sacrificio y riesgo de los familiares que salen a trabajar a Costa Rica, Estados Unidos o España.

Es clave entender que la economía nicaragüense está gobernada por realidades concretas, como el hecho de tener predominantemente tres polos de crecimiento: los dos primeros, la agricultura y la migración, están basados en una fuerza laboral de poca calificación.  El tercer polo de crecimiento es la economía informal, la cual también depende de poca calificación en su producción.

La migración nicaragüense

La historia nicaragüense va acompañada con una trayectoria de emigración, con una historia que se puede remontar a los años setenta, después del terremoto de 1972, cuando miles de nicas se fueron a Costa Rica. 

La guerra civil y el período de la Revolución Sandinista crearon otra ola migratoria de miles de jóvenes escapando de la represión y el reclutamiento forzado. Con la transición democrática en los noventa, y una tercera ola migratoria, los datos mostraban que había cerca de 200,000 nicaragüenses en Estados Unidos y 236,000 en Costa Rica. 

Estos números han continuado creciendo y son resultado en gran parte de razones económicas, pueden ser al menos 700,000 los nicaragüenses que viven en el exterior actualmente. Anualmente, salen cerca de 30,000, la mayoría en busca de oportunidades. 

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Las remesas y la pobreza en Nicaragua.  Esta migración tiene un fuerte efecto sobre la economía del país por muchas vías, una de ellas son las remesas.  Hay al menos cuatro aspectos que es importante subrayar en cuanto a este efecto. En primer lugar, estamos hablando de medio millón de hogares que reciben remesas, y que representan 27% de los hogares del país.

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De hecho, de acuerdo con una encuesta realizada por Borge y Asociados en Mayo del 2016, más de la mitad de los nicaragüenses tiene un familiar en el exterior y cerca de la mitad de estos afirmaron recibir remesas.  Un dato importante de la encuesta es que las personas que reciben remesas tienen mayores ingresos que quienes no las reciben, y esto es producto de del medio millón de coterráneos que envían dinero desde el exterior. 

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Segundo, más de la mitad de estos receptores son mujeres, quienes generalmente tienen ingresos inferiores a los hombres.  En este sentido, las remesas le nivelan su ingreso sobremanera.

Tercero, estos hogares perciben ingresos por más de US$3,000 anuales y las remesas representan más de la mitad del ingreso total del hogar.  El efecto inmediato de este hecho es un aumento del consumo y el ahorro.  Un aumento en el consumo para una economía como la Nicaragüense, con bajos niveles de ingreso para satisfacer las necesidades básicas, es clave para mejorar la calidad de vida. Aún más, las remesas tienen un efecto sobre el aumento en la capacidad de ahorro y permite que las personas puedan crear activos.

Cuarto, las remesas han constituido el 10% del PIB de manera consecutiva, gracias a esa migración que ha aliviado una presión por colocación de mano de obra en el mercado laboral. De hecho, con un incremento anual de 46,000 nuevos trabajadores y una migración que como mínimo alcanza las 27,000 personas, esta movilidad hacia el exterior está resolviendo muchas demandas de empleo ¡Implica que la mitad de la fuerza laboral se está yendo de Nicaragua cada año!

 Adicionalmente, existe un aspecto macroeconómico importante: hay una correlación entre la tasa de crecimiento del país y el crecimiento de las remesas.

El efecto práctico de todo esto es que las remesas, desde el punto de vista macro o microeconómico, tienen un efecto positivo sobre la economía del país y mantienen a muchas personas fuera del espectro de la pobreza.

Remesas, migración y desarrollo

El reto de esta migración está en integrarla dentro del esquema del desarrollo del país mediante estrategias. Este es un reto del gobierno y del sector privado, pero especialmente del gobierno.  Nicaragua no ha implementado políticas de desarrollo vinculadas al apalancamiento de la migración, las remesas incluso son solo una de las muchas dinámicas asociadas a la migración que pueden aprovecharse para promover desarrollo.

En general, el gobierno de Daniel Ortega ha ignorado a los miles de nicaragüenses residiendo afuera, la mayoría que han salido en busca de empleo para ganar lo que no ganan en Nicaragua.  Un nicaragüense en Costa Rica, por ejemplo, gana 5 veces más que en Nicaragua, y uno en Estados Unidos 10 veces más.

La migración ha generado una importante fuente de ingresos, que como se mencionó anteriormente llega a más del 10% del PIB y mantiene a más de 500,000 hogares fuera de la pobreza.

Nicaragua tiene que tomar en serio la migración.  Una propuesta para vincular migración y desarrollo podría incorporar cinco componentes de manera única e innovadora.  Esta perspectiva no solo contribuye a mantener a la gente fuera de la pobreza, sino que puede llegar a sacarla de ésta por la vía de la independencia económica:

  • Asesoría e inclusión financiera para receptores de remesas
  • Acceso a crédito para pequeñas empresas, especialmente aquellas vinculadas con la economía del conocimiento
  • Promoción de oportunidades de comercio impulsadas por la diáspora (conocido como comercio nostálgico)
  • Involucramiento de la diáspora en apoyo a la educación
  • Programas educativos fuera de horario escolar en áreas de alta emigración

Estas estrategias, interdependientes, comparten un vínculo tanto con migración como con desarrollo, y se complementan para construir activos para la sociedad.

La educación financiera, y en especial la inclusión financiera que resulta, es una meta por sí sola gracias a que formaliza millones de dólares en ahorros de miles de hogares receptores de remesas. Estos recursos pueden a su vez ser apalancados para invertir en promover la economía del conocimiento y el comercio nostálgico – por comercio nostálgico entendemos la exportación de productos que demandan los nicaragüenses desde el exterior. Este apalancamiento puede lograrse a través de la movilización de los ahorros captados en programas de educación financiera en forma de créditos para emprendedores de la economía del conocimiento y productores de bienes nostálgicos.

La demanda de la diáspora por productos de su país de origen puede ser apalancada para promover una producción de calidad de estos productos especializados, beneficiándose así de los ahorros creados gracias a la educación financiera. Aún más, la filantropía de la diáspora se puede ligar a los servicios en educación como lo son los programas educativos fuera de horario escolar en áreas de alta emigración

El objetivo consiste en contar con una masa crítica de personas que ahorren, que inviertan en educación, y que sobre todo contribuyan al desarrollo humano y económico en cada uno de los países, mientras estos transitan hacia economías basadas en el conocimiento.

Esta forma de hacer las cosas es de fundamental importancia, ya que abarca varias necesidades estratégicas. En primer lugar, integra la inversión de capital migrante y los ahorros de quienes reciben remesas al sector financiero formal, para además movilizar estos recursos para el desarrollo local y la educación. En segundo lugar, la estrategia expande y complementa – y esto no quiere decir reemplaza – las aproximaciones actuales al crecimiento económico basado en la agricultura, a la vez que impulsa un nuevo modelo para la muy necesaria inversión en servicios para la economía global.

La inversión en la promoción del ahorro y la educación, como estrategias de negocio, llevará a la creación de oportunidades de trabajo y en especial a poder competir en la economía del conocimiento.

En Nicaragua, más de la mitad de los receptores de remesas (al menos 250,000 personas) tienen una capacidad de ahorro de más de US$500.  La gran mayoría de estos ahorros se encuentran de manera informal, debajo de la almohada. Una estrategia gradual de cinco años para formalizar los ahorros de 25,000 personas anualmente generaría recursos para brindar créditos en el mercado del conocimiento (tutores, maestros, etc.).

*Politólogo. Senior Fellow y Director del Programa de Migración, Remesas y Desarrollo, Diálogo Interamericano

Artículo original aquí.

 


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