Los desafíos regionales de Bachelet

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Office of Michelle Bachelet/CC BY-SA 2.0.
Proclamación de Michelle Bachelet en el Teatro Caupolicán
Incluso antes de que Michelle Bachelet comenzara su segundo período saboreó algo del complejo clima regional que tendrá que enfrentar durante los próximos cuatro años. La crisis en Venezuela – que marcó los días de su asunción – puso en evidencia y destacó la profunda polarización política de América Latina. Bachelet ha dicho que reforzar las relaciones con sus vecinos será su prioridad en política exterior. Junto a Heraldo Muñoz, el canciller y respetado diplomático, Bachelet tratará de acercarse en particular a Brasil y Argentina – mientras al mismo tiempo mantenerse involucrada en la Alianza del Pacífico con México, Perú y Colombia. Para el nuevo gobierno de centroizquierda, la agenda de Bachelet es sensata. No será, sin embargo, fácil de cumplir. Las reacciones sobre lo que pasa en Venezuela – que se mueve en un espectro amplio que va desde solidaridad hasta una dura crítica al gobierno de Maduro – revela que la unidad política es un objetivo esquivo. La grieta en el nivel regional se refleja dentro de la propia Nueva Mayoría de Bachelet, cuyas divisiones salieron a la luz en respuesta al desorden en Venezuela. La habilidad de Bachelet para ser puente frente a las diferencias ideológicas – en Chile y en la región – será puesta a prueba. Aunque su entusiasmo hacia los principios del libre mercado y la integración económica de la Alianza del Pacífico es probable que sea más moderado que el de Sebastián Piñera, seguirá comprometida con este esquema de integración dinámico y prometedor que puede traerle sustanciales beneficios económicos a Chile. Para un país cuyo impresionante rendimiento económico puede en parte ser atribuido a sus 60 acuerdos de libre comercio y sus crecientes conexiones con Asia, la Alianza del Pacífico tiene mucho sentido. Al contrario de su predecesor, Bachelet será, sin embargo, especialmente sensible a cómo la Alianza del Pacífico es percibida en el resto de Sudamérica. Reducirá su perfil ideológico y enfatizará en cambio su carácter estrictamente económico. Ella y Muñoz tratarán de evitar el riesgo de generar distancia y dividir a Sudamérica entre el Pacífico y el Atlántico. Brasil especialmente – y Argentina también – recibirán especial atención del nuevo gobierno de Chile. En el actual ambiente regional Bachelet enfrenta una difícil tarea de equilibrio. El éxito no sólo requerirá una hábil diplomacia, si no también avanzar en importantes reformas domésticas. Si la ambiciosa agenda de Bachelet en casa se complica, será más difícil que contribuya a un mayor equilibrio político en Sudamérica. Mucho dependerá también de las políticas que adopten en los próximos años Argentina y, especialmente, Brasil, la principal potencia económica de la región, que enfrenta decisiones críticas. El crecimiento de Brasil está lento y las perspectivas de Argentina son muy difíciles e inciertas. Pero las políticas económicas de Brasil pueden tomar un giro más pragmático después de las elecciones de octubre, al igual que las de Argentina en 2015, cuando culmine la era Kirchner. Una mayor moderación en ambos países hará la tarea diplomática de Bachelet más fácil. Pero nadie duda que la principal prioridad de Bachelet estará en Chile. Ella está comprometida a atacar la inequidad a través de una serie de reformas. Allí es donde ella hará y debe hacer su mayor esfuerzo. Pero con su amplio capital político y prestigio internacional, también tiene una posibilidad de dejar su marca en un escenario regional que está lejos de estar unido. Con habilidad y algo de suerte, Bachelet puede ser recordada como una líder que ayudó a reducir las distancias, no sólo en su propio país, sino también en el continente. Dado su prestigio internacional, más allá de la región, puede tener un diálogo político productivo a nivel global, con grandes potencias, incluyendo EE.UU.

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