Entre dos modelos: La hora de la verdad

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Termina una de las campañas presidenciales más tensas e insólitas de la historia estadounidense. Tras meses de especulaciones, insultos y acusaciones, hoy los estadounidenses elegirán por fin al sucesor o sucesora de Barack Obama. Nunca antes dos candidatos habían expresado visiones tan distintas sobre la identidad y el futuro del país, y tampoco se había elegido entre dos personajes tan impopulares como Donald Trump y Hillary Clinton.

Nadie espera que la región se convierta en una prioridad de política exterior para Washington, dadas las numerosas crisis en otras partes del mundo. Pero quien ocupe la Casa Blanca durante los próximos cuatro años definirá la relación con el hemisferio.

En ese sentido, una administración Clinton representaría la continuidad frente a los ocho años de Obama, mientras que es difícil saber cómo se comportaría Trump, dada la imprevisibilidad y frecuentes cambios de discurso del magnate. Es probable que si Trump resulta elegido, la imagen de Estados Unidos en América Latina se deteriore inmediatamente, debido a su fuerte retórica anti-inmigrante y anti-latina.

Como nunca antes, la inmigración estuvo en el centro de estas elecciones. Trump utilizó argumentos de tinte xenófobo contra la población de origen mexicano, acusándola de crímenes y de quitar el trabajo a los estadounidenses.

Ha prometido construir un muro en la frontera, además de expulsar a gran parte de los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven y trabajan en EEUU. En contraste, Clinton ha prometido una amplia reforma inmigratoria, con la posibilidad de acceder a la ciudadanía. Sin embargo, Clinton no podrá aprobar estos cambios sin apoyo legislativo, por lo que aunque ganara la presidencia, el control del Congreso será crucial.

Por otra parte, las políticas proteccionistas de Trump podrían llevar a una cascada de restricciones al comercio a nivel mundial, que hundirían a la economía global en la incertidumbre. América Latina, por supuesto, se vería afectada. Trump prometió renegociar el NAFTA, el tratado de libre comercio con Canadá y México que representa casi el 30% del comercio estadounidense.

También se opone a la ratificación del TPP, que en América Latina incluye a México, Perú y Chile. Aunque Clinton también expresó sus dudas respecto al TPP, es probable que busque renegociar el acuerdo, en vez de descartarlo por completo. De ganar Clinton, podemos esperar una política más tradicional, que mantenga los acuerdos ya aprobados y busque mayores concesiones en futuras negociaciones sin poner en riesgo la economía mundial.

El principal legado de Obama en América Latina será el fin del aislamiento hacia Cuba, aunque aún sigue vigente el embargo comercial, que solo puede levantar el Congreso. Clinton apoya la normalización con la isla, pero Trump la rechaza, tras haberla apoyado inicialmente.

Sin embargo, las encuestas muestran que una mayoría de los estadounidenses, incluso los de origen cubano, apoyan la decisión de Obama. Llamativamente, la crisis más grave que enfrentará el próximo presidente en el hemisferio –Venezuela—apenas ha sido mencionada durante la campaña. En este y otros temas, se espera que Clinton mantenga el pragmatismo de Obama, pero con un rol más activo, por lo menos en el plano retórico.

Qué haría Trump es una incógnita: El republicano promete dureza contra el retroceso de las democracias en América Latina, pero alaba al ruso Vladimir Putin.

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